Capitulo 147 Transporte Intrahospitalario

Capitulo 147: Transporte intrahospitalario

26 de October del 2016

Autores:

  •  Julio García-Maribona Rodríguez-Maribona

    • Correo[email protected]

    •  Titulación académica: Diplomado en Enfermería

    •  Centro de Trabajo: UCIP Hospital Central de Asturias, Oviedo, España

  •  Margarita González Pérez

    • Correo[email protected]  

    •  Titulación académica: Diplomada en Enfermería

    •  Centro de Trabajo: UCIP Hospital Central de Asturias, Oviedo, España

  •  María José Moro Hevia

    • Correo[email protected]   

    •  Titulación académica: Diplomada en Enfermería

    •  Centro de Trabajo: UCIP Hospital Central de Asturias, Oviedo, España

Resumen

   Mediante este trabajo pretendemos enfocar el tema del transporte intrahospitalario como un procedimiento necesario en la dinámica diaria de un hospital, tanto por su utilidad diagnóstica y terapéutica, como por su necesidad administrativa, ya que los cuidados intensivos son solo una parte de los cuidados que el hospital puede proporcionar al paciente. Cuando los cuidados intensivos terminan o agotan su cometido, los pacientes pueden continuar su tratamiento en otras unidades o servicios y estro conlleva necesariamente el traslado del paciente a esa nueva unidad.

   El objetivo de este trabajo es del de encontrara unas pautas para proponer un  procedimiento en el que tanto el paciente como el personal que interviene en estos traslados estén sometidos al menor riesgo posible, y mediante el cual se pueda mejorar. rentabilidad terapéutica  y a la vez económica de este tipo de procedimientos.

Para alcanzar este objetivo analizamos el procedimiento del traslado interhospitalario mediante un sistema objetivo y ordenado basado en las técnicas de evaluación y control de los riesgos que han desarrollado las disciplinas  prevencionistas. Estas se basan en el siguiente método:

  •  Definición y análisis del procedimiento: Definiendo cada una de las partes de que consta un traslado intrahospitalario.

  •  Identificación y análisis de los riesgos: Detectando los riesgos potenciales que existen en cada una de las partes de las que consta procedimiento.

  •  Medidas para controlar el riesgo: Estas están dirigidas a eliminar los riesgos que se puedan eliminar, reducir en lo posible aquellos riesgos que no se puedan eliminar, cambiar por otros menos peligrosos o más manejables aquellos riesgos que no se puedan reducir y por último alejarnos en lo posible de los riesgos que no podamos eliminar, reducir o cambiar.

  •  Desarrollar un procedimiento estandarizado: Con el objetivo de establecer una secuencia de actuaciones lógica y segura para hacer del transporte intrahospitalario un procedimiento más seguro tanto para el paciente como para el equipo material y humano que intervienen en el.


Transporte intrahospitalario

1. INTRODUCCIÓN

   La evolución de las tendencias y de las actuales políticas de gestión de los hospitales, en las que se tiende a reducir al menor tiempo posible la estancia de los pacientes pediátricos en las unidades de cuidados intensivos, derivando a estos, cuando su estado lo permite, hacia unidades de cuidados intermedios o hacia unidades de hospitalización convencionales. El aumento del número y calidad de las pruebas diagnósticas que permiten determinar con más exactitud el tipo de atención y el abordaje terapéutico de cada paciente en particular. La posibilidad de poder aplicar determinadas terapias fuera de las unidades de Cuidados Intensivos. El desarrollo de nuevas técnicas y procedimientos más asequibles, junto a la incorporación de nuevas tecnologías, materiales y aparataje, hacen que el transporte intrahospitalario se convierta progresivamente en un procedimiento más seguro y con menor repercusión para el paciente, y debido a los beneficios que de este se derivan, cada vez con más frecuencia encontramos a este tipo de procedimientos integrados como una práctica habitual en la dinámica de las unidades de cuidados intensivos. El aumento de la frecuencia con la que se opta por este tipo de transporte justifica sobradamente la necesidad de analizar metódicamente este procedimiento y unificar criterios al respecto.

 

2. DEFINICIÓN

   Se define el transporte intrahospitalario como aquel procedimiento mediante el cual un paciente hospitalizado es trasladado desde un lugar hasta otro situado en el mismo hospital, siempre que este traslado se efectúe por el interior o a través de sus instalaciones.

   Por tanto, se excluye de esta modalidad de traslados a aquellos que aunque su origen y destino se encuentran dentro de las mismas instalaciones del hospital, su trayecto se hace por el exterior de estas, utilizando para ello ambulancias medicalizadas o transportes similares. Estos casos se consideran a efectos prácticos como transportes interhospitalarios.

 

3. OBJETIVOS

   El objetivo de este trabajo es el de elaborar un procedimiento mediante el cual se consiga que el traslado de un paciente crítico desde un lugar seguro hasta otro de igual o menor seguridad, practicado a través del mismo hospital, mediante un trayecto y durante un tiempo determinado, se efectúe de la manera más apropiada, de tal forma que este traslado entrañe el menor número de riesgos posibles  y no repercuta negativamente sobre el estado del paciente.

 

4. MÉTODO UTILIZADO

   El método utilizado para el desarrollo de este trabajo, ha sido el de equiparar el riesgo al que es sometido el paciente con el concepto de riesgo analizado en las disciplinas de prevención de riesgos laborales. Para esto se ha utilizado el método de análisis de riesgos que proponen estas disciplinas prevencionistas adaptándolo y modificándolo para poder detectar, evaluar y proponer medidas que controlen los riesgos a los que el paciente queda sometido en este tipo de transportes intrahospitalarios. Este método se basa en la siguiente secuencia metodológica:

4.1. Definición y análisis del procedimiento, en el que se define cual es el procedimiento concreto que se analiza – en este caso el transporte intrahospitalario – y se determinan cada una de las partes de que consta.

4.2. Identificación y análisis de los riesgos, donde se analizan y detectan los riesgos potenciales que existen en cada una de las partes del procedimiento. En esta etapa se valora cada uno de los riesgos en cuanto a las consecuencias que puedan suponer para el paciente, la frecuencia con la que el paciente queda expuesto al riesgo y la probabilidad de que este riesgo se materialice.

4.3. Medidas para controlar los riesgos detectados. La premisa esencial para controlar estos riesgos es la de que todo riesgo que se pueda eliminar, ha de ser eliminado. Cuando esto no es posible hay que intentar controlar este riesgo siguiendo la siguiente secuencia de prioridades: Reducir la potencialidad de todos aquellos riesgos que no se puedan eliminar, reduciendo tanto la posibilidad de que se produzcan como las consecuencias que conllevasen. Los riesgos que no se puedan reducir, hay que intentar cambiarlos  por otros menos peligrosos o más manejables. Cuando esto no es posible se opta por aislar el riesgo ó aislar al paciente del riesgo. Por último, debemos alejarnos de los riesgos que no se puedan eliminar, reducir, cambiar o aislar.

4.4. Elaborar un procedimiento estandarizado que proponga una secuencia de actuación lógica y segura que permita hacer del transporte intrahospitalario un procedimiento menos arriesgado tanto para el paciente como para el equipo material y humano que intervienen en él.

   De la aplicación de este método, surgieron una serie de recomendaciones globales, que en este trabajo  exponemos como Medidas Generales, y otras más concretas que exponemos ordenadas en la propuesta del Procedimiento.

 

5. MEDIDAS GENERALES

   Como punto de partida se entiende que el transporte intrahospitalario es el traslado de un paciente desde un origen o lugar seguro, hasta un destino que ha de tener un grado similar de seguridad, a través de un  trayecto, con un alto grado de inseguridad, y durante un tiempo difícil de determinar. Por tanto hay unas  medidas generales que se han de aplicar en cada uno de estos puntos.

5.1. En el lugar de origen: Es el lugar desde donde se origina el traslado; por lo que en el caso que nos ocupa nos referimos a la UCIP. El lugar de origen ha de ser aquel en el que el paciente disponga del mayor grado de seguridad, ya que se entiende que ha de ser el lugar mejor dotado para el manejo del enfermo crítico y donde el paciente tenga las mayores garantías de poder recibir  los cuidados adecuados. Por tanto es aquí donde se ha de dotar al enfermo de las condiciones necesarias e imprescindibles para afrontar los riesgos a los que quedará expuesto durante el traslado. Para esto se proponen las siguientes medidas generales:

5.1.1. Estabilización previa del enfermo según su patología y estado, con la que se persigue conseguir un nivel de compromiso fisiológico aceptable que posibilite un traslado en el que las actuaciones requeridas queden limitadas a las mínimas e imprescindibles, tanto por su frecuencia como por su complejidad. Hay varias propuestas que proponen diferentes métodos de valoración del grado de estabilidad de cada paciente en particular, todas ellos son válidas, incidiendo cada una de ellas más en un aspecto u otro por lo que cada unidad deberá elegir la que más se adapte a su caso particular o a elaborar un método propio.

5.1.2. Dotación de medios materiales adecuados: medios materiales de soporte vital, de soporte terapéutico y específicos para el transporte. En el anexo I se especifican más detalladamente.

5.1.3. Dotación de medios humanos: El equipo básico estará formado por  un  Pediatra adjunto o residente con experiencia en cuidados intensivos, adiestrado en RCP y conocedor del manejo e interpretación del aparataje que el paciente lleve aplicado. Un DUE, preferentemente el que habitualmente cuida al niño y conoce sus particularidades, con adiestramiento adecuado en cuidados intensivos, técnicas de RCP y manejo e interpretación adecuada del aparataje aplicado al paciente. Un celador con capacidad física suficiente para el manejo adecuado del medio de transporte y conocedor del manejo de  enfermos críticos. La dotación del equipo básico puede aumentarse o reducirse según las necesidades de cada caso particular.

5.2. En el trayecto. Es la parte del traslado más insegura ya que tenemos poco o ningún control sobre sus condiciones y estar estas supeditadas a una gran variedad de factores sobre los que apenas podremos tener capacidad de modificar. Los medios de apoyo de los que podemos disponer son escasos o nulos. Además de esto, el tiempo estimado durante el cual el paciente queda expuesto a estas circunstancias puede dilatarse por diferentes motivos – esperas de ascensores, saturación de pasillos, etc – y esto aumenta considerablemente la posibilidad de que el riesgo se materialice. La inestabilidad de las condiciones del trayecto se complican al incidir sobre este la dinámica cotidiana de todo el centro hospitalario y la afluencia del público que acude a este. Por esto, la forma de más eficaz de controlar los riesgos que pueden presentarse durante esta etapa, será  la de procurarnos la mayor autonomía posible y la máxima independencia de la influencia de las condiciones del trayecto sobre el estado y la estabilidad del paciente. Para esto se proponen las siguientes medidas generales:

5.2.1. Dotación de un medio de transporte apropiado, seguro, capaz y versátil. Preferiblemente se ha de optar por la propia cama del enfermo acondicionada, o en su defecto la cama o camilla que se usará en el lugar de destino, de tal forma que se reduzca en lo posible los movimientos del enfermo al pasarlo de una a otra. En ocasiones  y debido a necesidades especiales de los pacientes, es necesario  utilizar  un medio de transporte que se adapte a alguna necesidad concreta del paciente, como es el caso de las cunas radiantes, que permiten proporcionarle calor servo-controlado y un acceso más cómodo, o como el caso de las incubadoras que además de calor pueden proporcionarle un microclima – humedad, FiO2 y temperatura – y permite aislar al paciente del medio ambiente externo.

En términos generales, el medio de transporte ha de tener el tamaño adecuado para poder contener en sus límites físicos todo el material preciso para cada caso y sus dimensiones han de ser compatibles con las dimensiones del trayecto. Ha de desplazarse de forma precisa – rodar con fluidez y girar con precisión –  y permitir las modificaciones necesarias para adaptarse a las necesidades terapéuticas y de confort del paciente.

5.2.2. Elección de un equipo humano de transporte formado por personal capacitado y adecuadamente coordinado, conocedores de las incidencias que puedan presentarse durante el transporte, con capacidad para anticiparse a estas y evitarlas. En su caso, debe estar capacitado para asumir las incidencias que se produzcan y resolverlas  adecuadamente.

5.2.3. Elección del trayecto más adecuado a cada caso: Los trayectos habituales pueden verse afectados por circunstancias que alteren sus características como obras, ocupación eventual por personas u objetos, averías de ascensores, etc. Así mismo la elección de un medio de transporte u otro, o la dotación de estos hace que un trayecto sea adecuado y practicable en unas circunstancias y en otras no.

5.2.4. Preparación previa del trayecto: Una vez elegido el trayecto y antes de comenzar a transportar al enfermo, hay que asegurarse de que este es practicable y de que puede efectuarse de la forma más rápida posible evitando esperas innecesarias.

5.2.5. Determinar uno o varios puntos de apoyo: Los puntos de apoyo son lugares situados a lo largo del trayecto, los cuales están convenientemente dotados para poder hacer frente a las incidencias que puedan surgir una vez ya se ha iniciado el transporte del paciente. En estos  puntos se puede disponer de un lugar adecuado para afrontar y resolver las posibles incidencias que se produzcan en las mejores circunstancias y con la mayor dotación de medios posible, evitando tener que abordarlas en condiciones o lugares inapropiados – pasillos, ascensores, etc.

   Preferentemente deberán  estar situados en puntos intermedios del trayecto, no muy distanciados entre sí de tal forma que el tiempo necesario para llegar de uno a otro no sea superior a 6 minutos. Calculando la velocidad media de un adulto entre 4 y 6 kilómetros a la hora, supondría que entre dos puntos de apoyo podría haber entre 400 y 600 metros para estar dentro de este margen de 6 minutos, siempre y cuando esta distancia fuese entre dos puntos en el mismo nivel o planta. Este tiempo de 6 minutos entre dos puntos de apoyo supone, que si tras haberse rebasado uno de estos lugares se produce una incidencia, el equipo de transporte puede acudir al punto más próximo avanzando o retrocediendo, de tal forma que, en el peor de los casos, en apenas 3 minutos podrían alcanzar un lugar adecuado para resolver la incidencia.

   Estos punto de apoyo han de estar dotados de tomas generales de energía con conexiones normalizadas de vacío, O2 y aire medicinal, tomas eléctricas de 220 v. con sistemas de corte automático de al menos 1 mA y toma de tierra. Han de poder admitir en su interior al medio y al equipo de transporte utilizado en cada caso, proporcionándole un adecuado aislamiento del entorno – salas, paneles, biombos – a la vez de disponer de un espacio suficiente para que el equipo material y el personal implicados puedan moverse holgadamente en sus límites. Estos puntos pueden estar situados en salas de radiodiagnóstico, quimioterapia, yesos, consultas que permitan la entrada de camas y cualquier otra sala o servicio convenientemente dotado y accesible.

5.2.6. La adecuada preparación previa ha de propiciar que las actuaciones necesarias durante el trayecto queden reducidas a las mínimas e imprescindibles.

5.3. En el lugar de destino: Este lugar ha de poder proporcionar un nivel de seguridad similar al de origen. Este lugar habrá de estar dotado para la recepción y manipulación de este tipo de pacientes por lo que han de disponer de medios humanos, materiales y físicos apropiados. En caso contrario el riesgo del paciente aumenta considerablemente y habrá que controlarlo mediante el refuerzo de la dotación de los medios de transporte, pues como ya se ha dicho, trasladamos al enfermo desde un lugar seguro a otro de igual nivel de seguridad. La falta de dotación del lugar de destino equipararía a este con una parte más del trayecto y por tanto permanecen los  riesgos inherentes a este, a los que habrá que añadir los que se deriven de la posible necesidad de manipular al enfermo en el lugar de destino con motivo del procedimiento que justifica su traslado y al que el paciente ha de ser sometido. Hay que destacar que en muchos servicios que están convenientemente dotados para atender a pacientes adultos, no se dispone del material adecuado para la atención pediátrica, y aunque disponen de instalaciones suficientes, puede darse el caso de que su material no se ajuste a las necesidades de los pacientes que trasladamos –sondas de aspiración de calibre pequeño, catéteres de calibre adecuado, mascarillas o gafas nasales pediátricas etc.

   A efectos de las medidas que debemos tomar para el transporte del paciente, el lugar de destino se convierte en lugar de origen cuando una vez finalizado el procedimiento que indicó su traslado, afrontamos el regreso a la unidad de origen – UCIP -.

Es conveniente que el lugar de destino esté dotado de las  siguientes medios:

5.3.1. Tomas generales de energía: Eléctrica, O2, aire medicinal y vacío.

5.3.2. Material fungible adecuado: sondas de aspiración, equipos de gotero, guantes, etc.

5.3.3. Mobiliario adecuado: soportes para sueros, camas, camillas, mesas auxiliares, etc.

5.3.4. Farmacia: medicación de urgencia – Adrenalina, Atropina, etc. -, medicación específica de la unidad – contrastes, anestésicos, etc. -, medicación básica – sueros, etc. -.

5.3.5. Personal adecuado en número y en cualificación tanto para su labor específica como para el manejo de enfermos críticos – médico radiólogo, anestesista, técnico de RX, celador de quirófano etc. -.

 

6. PROCEDIMIENTO

   El procedimiento que se propone se basa en una secuencia lógica y ordenada de actuaciones agrupadas en las  siguientes etapas:

  •  Solicitud

  •  Preparación previa.

  •  Traslado.

  •  Destino.

  •  Regreso a la unidad.

6.1. Solicitud

6.1.4. Ante la decisión del transporte del paciente a otro lugar diferente del de la UCIP donde se encuentra, se comienza con la tramitación burocrática y administrativa del traslado, comunicando a la unidad de destino el estado y las particularidades del paciente. A la vez que se hace este trámite, se recaba la siguiente información:

  •  Información sobre  los medios de los que dispone la unidad de destino: Tomas de aspiración, O2 y aire, medicación – sueros, etc. -, personal cualificado – celador, técnicos, ATS, medico, etc. -. Mobiliario – camillas, soportes de goteros, etc.

  •  Circunstancias y condiciones requeridas: Ayunas, sondas, vías venosas, TET, elementos no metálicos – resonancia magnética -, etc.

  •  Si es posible, el tiempo estimado de duración del procedimiento – intervención, TAC, etc.

6.1.5. Asegurarse de que el trayecto hasta el lugar de destino es practicable: que la cama o camilla quepa por los pasillos,  puertas y ascensores – tener en cuenta el ancho de las barandillas de la cama -, ausencia de escalones o desniveles impracticables, o existencia de  puertas cerradas con llave.

6.1.6. Identificar y determinar los  “puntos de apoyo” que estuviesen disponibles en el trayecto. Si el estado del paciente lo indicase, habría que valorar la necesidad de alertar a dicho punto de apoyo de la posibilidad de tener que utilizarlo.

6.1.7. Hacer una estimación  del tiempo aproximado de la duración del transporte del paciente  hasta el lugar de destino. Esto nos permitirá calcular la necesidad de autonomía de baterías, aire comprimido, O2, medicación, etc.

6.2. Preparación previa

6.2.1. Determinar el personal que ha de  participar en el traslado – médico, ATS, celador – y las funciones y cometidos que  tendrá cada uno.

6.2.2. Estabilización del paciente hasta conseguir el mejor estado respiratorio, cardio-circulatorio, hemodinámico y neurológico posible. Algunos autores recomiendan una estabilidad previa de 45 minutos para pacientes pediátricos y entre 75´y 80´  en adultos.

6.2.3. Si el paciente ha de movilizarse en el lugar de destino – pasarlo a la camilla de quirófano, mesa de radiología etc.-, es conveniente colocar en el medio de transporte, bajo el paciente, sábanas, sabanillas entremetidas o similares que en su momento faciliten la movilización de este y la de los dispositivos que tenga aplicados.

6.2.4. Disponer adecuadamente el medio de transporte – Inclinación de la cabecera, posiciones especiales como Tren de Lembourg, etc -, evitando que sobresalgan de los límites de este, partes del enfermo o  elementos aplicados al mismo que puedan golpearse, engancharse, romperse o dificultar de alguna forma la normalidad del traslado.

6.2.5. Disponer al paciente previamente estabilizado y adecuadamente medicado, normalmente y si no hay otras indicación, en decúbito supino con la cabeza alineada en posición neutra.

6.2.6. Identificar convenientemente al paciente mediante pulseras identificativas o similar.

6.2.7. Si se cree conveniente, premedicar al paciente para asegurar un traslado estable.

6.2.8. Proteger al paciente de los cambios bruscos de temperatura con mantas o sabanilla que a su vez le  proporcionaran la intimidad adecuada y necesaria.

6.2.9. Si el paciente está consciente y no conoce al equipo de traslado, cada uno de sus miembros ha de presentarse a él identificándose por su nombre y cometido.

6.2.10. Explicar al paciente qué es lo que se le va a hacer en un lenguaje que se adapte a su edad y nivel de conocimientos.

6.2.11. Proveerse de la documentación necesaria: Historia, informes, analítica, radiografías, etc.

6.2.12. Asegurarse de al menos una vía venosa de calibre y capacidad de flujo suficiente  para administración de fármacos de urgencia.

6.2.13. Reducir en lo posible el aparataje y los elementos que han de acompañar al paciente en el traslado. Al reducir el número de elementos que el paciente lleva aplicados,  se reduce en la misma proporción el número de riesgos al que el paciente está expuesto y se propicia una manipulación más sencilla y segura:

  •  Heparinizar todas las vías de acceso vascular no imprescindibles, retirando los sistemas de infusión y sellando los catéteres con tapones de heparina.

  •  Sustituir  todas las bombas de perfusión que no sean imprescindibles por sistemas de control del flujo más sencillos y menos voluminosos. En su defecto, sustituir las bombas más voluminosas por otras más pequeñas, sin que esto comprometa su correcto funcionamiento o merme sensiblemente su autonomía.

  •  Cerrar y sellar todos aquellos sistemas de drenajes de los que pueda prescindirse durante el tiempo estimado de duración del procedimiento, retirando sus respectivos colectores. Aquellos de los que no se pueda prescindir, han de fijarse lo más próximo al paciente para evitar que se enganchen  cuando se le manipule. Siempre que sea posible sustituirlos por otros menos voluminosos.

  •  Los colectores de orina, siempre que la diuresis para el tiempo estimado de duración del traslado lo permita, se cerrarán pinzando los tubos del colector para impedir el reflujo de la orina hacia el paciente. Una vez cerrados, colocarlos sobre la cama del paciente de manera que ni el colector ni su tubo queden colgando fuera de los límites de esta, evitando así que puedan recibir impactos o tracciones accidentales.

  •  Los drenajes torácicos con aspiración y sello hidráulico – tipo Pleurevac, Aqua-sela y similares -. Cuando el estado del paciente no permita prescindirse de ellos, se han de sustituir por dispositivos portátiles menos voluminosos, tipo Válvula de Hemlich; en su defecto, se les dotará de alargadores que permitan situarlos a los pies de la cama  convenientemente fijados a esta y de tal forma que queden a la vista del equipo de transporte, teniendo sumo cuidado de que los tubos no cuelguen fuera de los límites de la cama del paciente.

  •  Si el paciente conectado a estos dispositivos necesita movilizarse, previamente se ha de cerrar el tubo torácico con un doble pinzamiento de seguridad en la parte más próxima al lugar de inserción, fijando firmemente al cuerpo del paciente el tubo y su sistema de pinzamiento, de tal forma que una tracción accidental del sistema o de sus tubos de conexión al tubo torácico tenga como peor consecuencia la desconexión entre estos, sin que la cavidad torácica quede expuesta al aire ambiente.

  •  La manipulación de estos sistemas ha de ser cuidadosa de tal forma que en ningún caso se alteren los niveles de los sellos de agua, el de la columna de agua de limitación de aspiración, o se modifiquen accidentalmente los niveles de  los líquidos drenados.

  • Si el paciente está sometido a sondaje gástrico de descarga – sondaje nasogástrico, botón de gastrostomía etc.-, se ha de hacer un aspirado del contenido gástrico, y si procede, un lavado gástrico para prevenir la aparición de vómitos. Si su estado lo permite, pinzar la sonda y retirar el colector.

6.2.14. Las bombas de perfusión de las que no se pueda prescindir, han de disponer de un sistema que las mantenga sujetas firmemente a soportes adecuados y seguros, de tal forma que las pantallas de información queden orientadas en el sentido inverso a la marcha y el equipo de transporte tenga un adecuado acceso a ella.

   Cuando el paciente requiere un tratamiento con sustancias vaso-activas ante las que es especialmente sensible – inotópicos -, se deben utilizar bombas de perfusión que aseguren un flujo constante aún cuando sean sometidas a desconexiones de la energía de la red general para continuar funcionando a expensas de sus baterías, o cuando sean sometidas a movimientos, inercias, golpes  y vibraciones.

6.2.15.   Aquellos pacientes que presenten patologías transmisibles por vía aérea, o procesos que cursen con disminución de sus defensas, deberán aislarse del medio ambientemediante la utilización de mascarillas faciales filtrantes cuando no tengan invadida la vía aérea, y mediante filtros adecuados cuando respiren a través de cánulas – TET, traqueotomías, etc. -, de tal forma que se impida tanto la difusión de gérmenes procedentes del paciente, como la infección de este por los provenientes del medio ambiente. 

6.2.16. Comprobar el estado y autonomía del material necesario: Cargas de baterías, balas de O2. Capacidad y nivel de llenado de bolsas de orina y de drenajes.

6.2.17. Comprobar el estado y las reservas necesarias de los fármacos de los que no se pueda prescindir:  Ha de disponerse del  volumen suficiente de sueros y fármacos en perfusión continua para  el tiempo estimado de duración del traslado.

6.2.18. Disponer  y comprobar el material necesario para el traslado. 

6.2.19. Disponer de un monitor de traslado adecuado. Los monitores más recomendables son los compactos de multiregistros – FC, FR, TA, Sat O2, etc.- que permitan ajustar las alarmas a cada caso particular. Los parámetros e información que ofrezca su pantalla han de ser los suficientes para poder detectar cambios significativos en la estabilidad del paciente durante el traslado y los imprescindibles para no complicar la interpretación de los cambios de su estado. El monitor ha de quedar situado en el medio de transporte de tal forma que la pantalla, y la información que ofrece,  quede orientada en el sentido contrario al de la marcha y el equipo de transporte tenga acceso a ella sin estorbos que dificulten su lectura y su ajuste.

6.2.20. Programación del respirador de traslado si este fuese necesario y dotarlo de un filtro intercambiador de calor y humedad. Siempre que sea posible ventilar al paciente con ventilador mecánico ya que en el 60% de los casos de ventilación con bolsa de resucitación durante los traslados interhospitalarios se produce hiperventilación en los pacientes.

6.2.21. Las balas de aire, O2, o gases  a presión, deben estar a plena carga. Deben situarse protegidas de posibles impactos y adecuadamente aseguradas para evitar caídas. Los manómetros y mangueras no han de sobresalir de los límites del medio de transporte, ni quedar expuestos a tracciones accidentales. Los indicadores de presión o nivel de carga han de funcionar adecuadamente.

6.2.22. Seleccionar la bolsa de resucitación del volumen adecuado – neonatal, pediátrico o adulto – con mascarilla adecuada al tamaño y morfología de la cara del paciente, dotada de filtro antibacteriano y si precisase, válvula de PEEP. Ha de estar conectada a una bolsa reservorio que disponga de una fuente de O2 que permita un flujo mínimo de 15 litros por minuto para administrar aire con una FiO2  del 100%.

6.2.23.   En el caso de que el paciente esté sometido a ventilación mecánica, una de las últimas actuaciones de la preparación previa, antes de abandonar la unidad de origen, ha de ser la de aspirar meticulosamente las secreciones endotraqueales y revisar el estado adecuado de las fijaciones del TET. La pérdida u obstrucción de la vía aérea es un incidente que requiere acción inmediata y compromete seriamente la vida del paciente.

6.2.24. Comprobar la adecuada dotación del “Maletín de traslados” con su material y medicación actualizado. En su caso, se ha de reforzar su dotación con el material necesario para cada caso concreto. 

6.2.25. La medicación precisa para el traslado, tanto la de urgencia – Adrenalina, Atropina, etc. – como la particular a cada caso – sedantes, relajantes antihipertensivos etc. -, ha de estar preparada y dispuesta de tal forma que no induzca a error de identificación o de dosificación.

6.2.26. Dotar al medio de transporte de una bandeja portaobjetos firmemente sujeta al medio de transporte y preferentemente dotadas de láminas de absorción de vibraciones.

6.2.27. Disponer de las llaves de ascensores y puertas que puedan necesitarse para hacer el trayecto.

6.2.28. Disponer de la Hoja de traslados para registro de controles, medicaciones e incidencias.

6.2.29. Anotar las constantes y controles previos al traslado para poder valorar posteriormente la repercusión del traslado en el estado del paciente.

6.2.30. Asegurar la fluidez y seguridad del trayecto conviniendo si fuera necesario, la reserva de ascensores, despeje de pasillos etc.

6.3. Traslado

6.3.1. Una vez comprobado todo lo anterior, desconectar la toma a tierra y comenzar a mover la cama o camilla del paciente con cuidado y suavidad, de tal forma que podamos ver si algún elemento queda atrapado, enganchado o desconectado y si todos los elementos funcionan adecuadamente. Este es uno de los  momentos en el que mayor número de incidentes se produce.

6.3.2. El equipo de trasporte se ha de distribuir según lo previamente convenido entre ellos, según las necesidades de cada caso. Preferentemente el sentido de la marcha será aquel en el que la cabeza del paciente se oriente en el sentido de la marcha y sus pies en el contrario. El Celador empujará la cama o medio de transporte empujando desde los pies de la cama y el resto del equipo se situará por detrás de este, de tal forma que tendrá una adecuada visión tanto del paciente como de la información de las pantallas de monitores y aparatos que lleve aplicados. Situarse a los lados de la cama o medio de transporte o por delante de ella entraña un riesgo importante de ser golpeado, atrapado o atropellado por la misma, por lo que habrá que evitar esta situación o limitarla al tiempo mínimo imprescindible.

6.3.3. Vigilar el estado del paciente durante todo el trayecto, especialmente tras golpes, vibraciones, frenazos y fuertes aceleraciones, ya que estas situaciones tienen un importante efecto sobre órganos y fluidos que pueden ser determinantes  en la desestabilización del paciente. Esta vigilancia no ha de interrumpir en lo posible la fluidez con que se realiza el traslado.

6.3.4. La velocidad del traslado ha de adecuarse a todos los miembros del equipo, de tal manera que cada uno pueda hacer la labor que le corresponda de forma cómoda y eficaz.

6.3.5. En aquellas ocasiones en las que inevitablemente el equipo de transporte tenga que separarse, como ocurre cuando se ha de utilizar un ascensor de escasa capacidad, siemprequedará acompañando al paciente la persona con conocimientos y habilidades más adecuadas para hacer frente a cualquier imprevisto. Entre los miembros del equipo han de acordarse las condiciones y el lugar de reunión para proseguir todos juntos con el transporte.

6.3.6. En caso de incidentes graves durante el traslado acudir a los “puntos de apoyo” evitando maniobras agresivas en lugares inadecuados o donde haya afluencia de público.

6.3.7. Evitar fomentar la curiosidad y el morbo entre las personas ajenas al equipo de traslado.

6.3.8. Preservar la intimidad y el pudor del enfermo. La presencia de un equipo de transporte trasladándose a través de lugares con afluencia de público y la aparatosidad que esto conlleva, invita a comentarios, gestos y actitudes que en la mayoría de los casos suponen una agresión para la ya maltrecha autoestima del paciente, que puede traducirse en un aumento de su sensación de alarma y miedo.

6.3.9. Evitar comentarios inapropiados. Tanto por el efecto que pueda tener sobre el paciente, como por el que puede producir en las personas próximas. Además, estos comentarios pueden constituir una transgresión del derecho a la confidencialidad que el paciente tiene.

6.3.10. Si el paciente está consciente, dirigirse a él por su nombre, hablar con él y tranquilizarlo.

6.4. Destino

6.4.1. Comprobar que la identidad del paciente y el procedimiento que tiene prescrito, se corresponden con el procedimiento al que va a ser sometido y con los datos que figuran en el lugar de destino.

6.4.2. Determinar una persona que planifique y coordine las maniobras; generalmente asume esto la persona que se encarga de sujetar la cabeza del enfermo: El coordinador de esta maniobra ha de asignar a cada una de las personas disponibles las tareas concretas que ha de realizar – control de cabeza y cuello del paciente, vía aérea, accesos venosos y perfusiones, drenajes y colectores,  aparataje, etc.-. El coordinador de estas maniobras ha de convenir y concretar cada una de las  maniobras necesarias y la secuencia de estas.

6.4.3. Una vez que cada una de las personas que participan en la movilización  conoce su cometido concreto y solo cuando el coordinador lo indique, comenzaran a mover al paciente con suavidad, sin brusquedades y con gran atención a los posibles enganches y atrapamientos de los materiales y  del enfermo.

6.4.4. Conectar los aparatos y elementos que estén funcionando con baterías o energía de transporte a las tomas generales para evitar su agotamiento.

6.4.5. En los casos en los que se utilice incubadoras de transporte debido a la edad del paciente, habrá que asegurarse de que esta queda conectada a la red eléctrica y su termostato de temperatura ajustado para volver a recibir al paciente a una temperatura adecuada ya que la labilidad térmica de los niños es muy acusada y especialmente en los niños pequeños – neonatos y lactantes – puede tener graves consecuencias.

6.4.6. Si el servicio de destino se hace cargo del paciente, el miembro más autorizado del el equipo de transporte ha de hacerle una descripción pormenorizada de su estado, de sus características particulares y de la medicación y aparataje que tenga aplicados.

6.4.7. Conectar los drenajes y colectores de los que no se pueda prescindir a sus colectores.

6.4.8. Durante la estancia del paciente en la unidad o lugar de destino, se le han de seguir proporcionando los cuidados necesarios para mantenerlo estable: aspiración de secreciones, medicación de mantenimiento, controles de constantes etc.

   En ocasiones, el procedimiento al que es sometido el paciente impide o desaconseja la presencia de las personas que atienden  al paciente en la sala donde este se encuentra – como por ejemplo ocurre en salas de TAC o RX cuando están radiando, durante una resonancia magnética, etc.-, en estos casos se ha de procurar que las actuaciones sobre el paciente coincidan con los momentos en los que el personal que lo atiende pueda entrar en la sala, evitando así interrupciones innecesarias de las pruebas o procedimientos a los que está siendo sometido.

6.4.9. Se han de registrar tanto las constantes habituales como las incidencias y medicación que durante el traslado hayan sido necesarias.

6.4.10. Se ha de tener especial cuidado con el ambiente térmico al que el paciente queda expuesto, ya que en las unidades de Cuidados intensivos Pediátricos la temperatura media se sitúa entre los 22 y los 24 grados, sin embargo, en las salas de radioterapia, y otros posibles destinos la temperatura ambiente puede ser sensiblemente menor y la estabilidad térmica del paciente puede quedar seriamente  comprometida.

6.4.11. Si es el caso, para regresar a la UCIP desde la unidad de destino, se han de tomar las mismas medidas que si se planease un nuevo transporte, tomando en este caso como lugar de origen el de destino y volviendo a considerar todas las medidas anteriormente descritas: Colocándolo adecuadamente en el medio de transporte, estabilizándolo, medicándolo, revisando el material y sus reservas, vías, sueros, medicación, cargas de las baterías, reservas de O2, etc. asegurándose de que el trayecto de vuelta es practicable, coordinando el transporte de vuelta de todo el equipo tanto humano como material.

6.5. Regreso a la Unidad

6.5.1. Al llegar  de nuevo a la unidad de origen, situar al enfermo en su box y según cada caso, en su cama, y conectar la toma a tierra.

6.5.2. Sustituir el material de traslado por los permanentes conectados a las tomas generales de energía – electricidad, O2,vacio, etc.-.

6.5.3. Restituir las medidas y los aparatos de los que se prescindió para el traslado.

6.5.4. Revisión meticulosa del estado y condiciones del paciente y los dispositivos que tenga aplicados – sondas, catéteres, vías, TET, drenajes, medicación, etc.-.

6.5.5. Analítica de control para evaluar la repercusión del traslado y del estado actual del paciente.

6.5.6. Revisar y reponer el material del “Maletín de Traslados” que haya sido utilizado. Retirar el material y medicación conque se haya podido reforzar la dotación de este para el traslado concreto.

 

7. CONCLUSIONES

   Los transportes intrahospitalarios suponen un riesgo para el paciente que es preciso contrastar con los beneficios que le reportan, mediante un método normalizado, sencillo y de fácil aplicación para la evaluación de los riesgos. Mediante los resultados de esta evaluación podemos intentar variar las condiciones de los traslados actuando en el lugar de origen, el lugar de destino o en las condiciones a las que el paciente será sometido durante el trayecto y tiempo que dure el traslado. La estabilización previa del paciente, la adecuación de los lugares de destino, la identificación y dotación de puntos de apoyo intermedios en el trayecto y la dotación material y humana de los equipos de transporte, son los puntos en los que se puede actuar para reducir el riesgo inherente del transporte intrahospitalario.

 

8. BIBLIOGRAFÍA

  1. E. Carreras González en Transporte del niño politraumatizado, pag. 469 a 474, en Urgencias y Tratamiento del Niño Grave  de J. Casado Flores y Ana Serrano, ed. Ergon  SA, Madrid 2000.

  2. Principios de Urgencias, Emergencias y Cuidados Críticos, cap. 12.1 Transporte de pacientes en estado crítico. Un Net.

  3. Day SE: Estabilización y tratamiento durante el transporte del niño. Medicina del transporte. Ed. Interamericana . Philadelphia  19.

  4. www.med.ub.es/all-net/spanish/ekgpage/ekege-1.html

  5. www.intersalud.net/enfermeria/3-4-4.htm

  6. www.enfermeria.com

  7. www.intersalud.net

  8. www.medynet.com/usuarios/jraguilar/joserra.htm

  9. www.medicina.ub.es/all-net/main-es.html

  10. Norma UNE 81905 EX Julio 1997 AENOR , pag 12 a 31.

  11. RD 1244 de 4 de abril: reglamento de aparatos a presión.

  12. Decreto2413/1973 de 20 de septiembre: Reglamento electrotécnico de baja  tensión.

  13. Maribeth Wooldridge-King “Seguridad eléctrica  para pacientes y operadores de equipos médicos”,  en Terapia Intensiva  de Logston Boggs / Wooldridge-King , 3º edición , ed Panamericana SA Buenos Aires 1995 pag 900 a 907.

  14. Vikie Ann Miracle y Mariot A. Wigginton,” Seguridad  contra la radiacción” en Terapia Intensiva de Logston Boggs / Wooldridge-King , 3º edición , ed Panamericana SA Buenos Aires 1995 pag 907 a 910.

  15. E. Carreras González “ Transporte del niño críticamente enfermo” en Cuidados Intensivos Pediatricos de F.Ruza, ed. Norma, Madrid  1994, pag 123 a 127.

  16. A. Serrano, “ Transporte asistido del niño grave, en Urgencias y Tratamiento del Niño Grave  de J Casado Flores y Ana Serrano, ed Ergon, Madrid 200 pag 844 a 851.

  17. Santos García y J.López-Herce en sistema de valoración del paciente crítico en cuidados intensivos pediátricos en Cuidados Intensivos Pediátricos de F.Ruza, ed. Norma, Madrid  1994, pag. 40 a47.

  18. R. Martino, J.Pfeninnger en Enfoque inicial del niño en coma, en Coma en pediatría, diagnóstico y tratamiento de J.Casado Flores y Ana Serrano , ed. Díaz santos SA, Madrid 1997.

  19. Seguridad eléctrica, en Terapia Intensiva, de Logston Boogs / Wooldridge-King, 3º edición ,ed. Panamericana, Buenos Aires 1995.

 

ANEXO I

MATERIAL NECESARIO PARA LOS CUIDADOS DEL PACIENTE DURANTE EL TRANSPORTE INTRAHOSPITALARIO

 

MEDIO DE TRANSPORTE:

Cama, camilla cuna radiante e incubadora de transporte. Preferentemente se ha de utilizar la misma cama que ocupa el enfermo en la unidad o en su defecto la que ha de ocupar en el lugar de destino, con el fin de evitar en lo posible los cambios desde uno a otro medio de transporte. Sus dimensiones han de ser compatibles con las del trayecto y ha de poder contener en sus límites al paciente y a los aparatos y sistemas aplicados a este. Ha de estar dotada de sistemas de sujeción para equipos de perfusión, soportes para sistemas de drenaje, bandeja porta objetos, y barandillas de protección practicables que en su caso puedan plegarse de tal forma que no aumente las dimensiones del medio de transporte. Ha de disponer de un sistema de desbloqueo de las ruedas para que estas rueden y giren permitiendo un transporte sencillo y seguro. Ha de poder articularse para poder proporcionar distintas posturas al paciente.

MATERIAL PARA LA VÍA AÉREA:

  •  Ventilador mecánico: Los ventilador mecánico de transporte suelen ser volumétricos, sin embargo en pediatría, la modalidad de ventilación necesaria puede requerir ventiladores controlados por presión, especialmente indicados en lactantes y niños pequeños. Es preferible que las tubuladuras  sean largas  y relativamente elásticas aún a expensan de que los parámetros del aire que llega al paciente diste sensiblemente de los programados en el ventilador. Estos ventiladores han de ser de tamaño reducido y dotados autonomía de funcionamiento suficiente para el tiempo estimado de duración del transporte.

  •  Bala de O2: Aunque hay modelos de diferentes capacidades, las más habituales y manejables son las de 10 l. cargadas a una presión de 200 bares, esto significa que tiene 2000 l. de O2 en su interior, para calcular si esta reserva es suficiente para el tiempo estimado de duración del traslado, multiplicamos la frecuencia de respiraciones por minuto del paciente por el volumen corriente, programado – expresado en litros – con lo que se obtiene el consumo de litros por minuto de O2. Seguidamente dividimos el tiempo estimado de duración del traslado – expresado en minutos – entre el consumo minuto y obtendremos las necesidades de litros de O2 necesarias para hacer frente a las necesidades del paciente durante el tiempo estimado de duración del traslado. Las balas han de estar dotadas de conexiones  adecuadas a las tomas del ventilador mecánico  y demás sistemas de oxigenoterapia que el paciente necesite – racores de desconexión rápida, caudalímetros, manoreductores etc.

  •  Aspirador de transporte: Preferentemente se ha de optar por los modelos de aspiración por fuelle elástico y accionamiento manual o similar, ya que presentan un funcionamiento fiable y sencillo, sin necesidad de fuente de energía o baterías y son de un tamaño reducido. En su defecto, se han de usar aspiradores de funcionamiento eléctrico con baterías con autonomía suficiente para el tiempo estimado de duración del traslado del paciente.

  •  Sondas de aspiración de numeración adecuada, estas han de poder pasar holgadamente a través del tubo endotraqueal, – se recomienda que el calibre de la sonda sea igual a 1/3 del calibre interno del tubo endotraqueal -. Es conveniente disponer también de sondas de mayor calibre que permitan aspirar secreciones espesas o vómitos por boca.-  del nº 6 al 14 Fr.

  •  Cánula orofarígea tipo Guedel, de tamaño adecuado al paciente – del nº 0 al 6.

  •  Mascarilla facial adecuada al tamaño del paciente – redondas para los lactantes y triangulares para niños mayores -, preferentemente transparentes y con borde sellante.

  •  Gafas nasales adecuadas al tamaño del paciente – neonatos, pediátricas y adultos -.

  •  Bolsa autoinflable de resucitación de tamaño adecuado al paciente –  500 ml., 1500 ml., 2000 ml.- con bolsa reservorio y toma de Oxígeno.

  •  Pinza tipo Magill de tamaño adecuado – pediátrica o adulto -.

  •  Laringoscópio con hoja – pala –  adecuada al tamaño del paciente – recta nº 0 al 1, curva nº 1 al 4 Se ha de comprobar que su luz funciona adecuadamente y han de ir acompañadas por un juego de  pilas de repuesto.

  •  Tubo endotraqueal del nº que corresponda al que tiene puesto el paciente, otro de un nº inmediatamente mayor y otro de un nº inmediatamente menor, En la hoja de traslado ha de figurar anotada la profundidad a la que ha de ir colocado el tubo, – regla del “6” : profundidad el TET = 6 cm.+ 1 cm. más por cada Kgr de peso del paciente -.

  •  Fiador para el tubo endotraqueal de extremos romos atraumáticos y de grosor adecuado al TET del paciente.

  •  Mascarilla laríngea adaptada al tamaño del paciente.

  •  Válvula de Hemlich si precisase.

MATERIAL PARA LA VÍA VENOSA:

  •  Catéter venoso de diferentes calibres, desde el 24 G hasta el 16 G.

  •  Agujas intrahoseas – 15’5, 3 cm -.

  •  Compresor o cinta elástica tipo Samarch.

  •  Jeringas de 1, 5, 10 y 20 ml.

  •  Equipos de goteo, macro o microgotero.

  •  Sistema de control de flujo tipo estrangulador – Dial a Flow o similar -.

  •  Solución a perfundir, en caso de no haber una específica, solución salina fisiológica.

  •  Solución salina fisiológica heparinizada al 1 % con Heparina sódica para lavado y sellado de vías.

  •  Llave de tres pasos y tapones de repuesto.

  •  Bomba de perfusión, estas han de ser las más pequeñas y compactas, las de funcionamiento más sencillo y seguro y aquellas que tengan mayor autonomía de funcionamiento y no alteren su flujo cuando se las conecte o desconecte a la red general de corriente eléctrica.

  •  Alargadores para vías de infusión.

OTROS MATERIALES.

  •  Sonda nasogástrica de calibre y longitud apropiada – del 6 al 14 Fr -.

  •  Bolsas colectoras de orina, drenado gástrico, LCR y otros drenajes.

  •  Fonendoscópio adaptado al tamaño del niño. Preferentemente el que el paciente tiene asignado para su uso.

  •  Guantes de látex o vinilo estériles.

  •  Gasas estériles.

  •  Apósitos estériles.

  •  Esparadrapo de tela 15 cm de ancho, y de papel hipoalérgico de 2’5 cm.

  •  Cinta de retorta.

  •  Antiséptico tipo povidona yodada o clorexetidina.

  •  Manta térmica.

  •  linterna si precisase.

MEDICACIÓN DE URGENCIA. Esta ha de estar siempre adecuadamente identificada  y prepa