Administración de hemoderivados
10 de October del 2016
Fundamentos Básicos
La sangre es un tejido muy particular, que posee numerosas propiedades. Es el medio de transporte del oxígeno y otras sustancias necesarias para el metabolismo celular, de ahí su vital importancia.
La sangre circulante está compuesta por elementos celulares suspendidos en na solución acuosa de sales y proteínas. Estos elementos son: los glóbulos rojos, eritrocitos o hematíes, los glóbulos blancos, leucocitos y las plaquetas o trombocitos. El componente líquido de la sangre se conoce con el nombre de plasma y contiene numerosas sustancias disueltas en agua.
Donación sanguínea
La donación altruista de sangre es hoy en día el único mecanismo posible para la obtención de estos agentes terapéuticos. La necesidad de transfusión es un hecho permanente y cada vez más creciente debido a la necesidad de sangre provocada por el aumento de la técnica así como el aumento de patologías con gran necesidad de este fluido vital.
En España está prohibida la venta de sangre, por lo que el altruismo y la voluntariedad del donante son la mejor garantía de calidad y seguridad para el donante y receptor.
En nuestro país la hemodonación así como los requisitos técnicos para la buena realización de la misma está regulado por un Real Decreto: RD 1854/1993, de 22 de octubre. Dicho Real Decreto establece el -Principio de a/truismo- por el que se establece la donación como acto voluntario, altruista, gratuito y desinteresado.
Donantes: inclusión
Podrá ser donante toda persona comprendida entre los dieciocho y los sesenta y cinco años. En casos excepcionales podrán donar, a juicio médico, personas de edad superior.
Estas personas deberán superar un reconocimiento previo a cada extracción, en el que se le realizará un examen físico y un interrogatorio.
El examen físico apreciará el estado general de la persona y la medida de la presión arterial y el pulso, y el interrogatorio se orientará a descartar la existencia de afecciones que contraindiquen la extracción de sangre, así como la detección de enfermedades transmisibles por la sangre; en definitiva, se hará una Historia Clínica.
Donantes. exclusión
Los criterios y condiciones de exclusión de donantes de sangre se establecen por una Orden de 7 de febrero de 1996 de desarrollo del RD 1854/1993, de 22 de octubre.
Esta orden se divide en dos grandes apartados:
Examen físico
Comprenderá principalmente la apreciación del estado general y la medida de la presión arterial y el pulso, atendiendo de forma especial a las siguientes circunstancias:
a) Inspección del aspecto del donante: quedarán excluidos los que presenten un estado físico precario, débiles o desnutridos, así como aquellos que presenten signos de embriaguez o consumo de algún tipo de drogas. También se excluyen los que muestren debilidad mental.
b) Peso del donante: peso superior a 50 Kg. Siempre y a criterio facultativo la posibilidad de extraer volúmenes proporcionales que no superen el 10% de la volemia en pesos inferiores.
c) Pulso será regular y oscilará entre 50 y 110 pulsaciones.
d) Tensión arterial: . La tensión arterial sistólica deberá estar comprendida entre 180 y 90 mm de Hg y la diastólica entre 100 y 50 mm de Hg.
e) Determinación previa a la donación del valor de la hemoglobina, que deberá ser superior a 12,5 g por decilitro en las mujeres, y de 13,5 g por decilitro en los hombres.
Interrogatorio
Deberá comprender:
a) Ocupación: serán excluidos aquellos profesionales y aficionados a deportes peligrosos que vayan a practicarlos en un intervalo menor a doce horas tras la donación.
b) Existencia de algunas enfermedades y/o antecedentes:
Alergia: serán excluidos los donantes afectos de procesos alérgicos en época de polinización. Asimismo, quedarán excluidos aquellos en que no hayan pasados setenta y dos horas tras la administración de una vacuna antialérgica.
Beta-talasemia.
Bronquíticos: con síntomas de bronquitis crónica grave.
Cirugía. Cuarenta y seis meses tras cirugía mayor. Cirugía menor, incluyendo extracciones dentarias, una semana si no hay complicaciones.
Diabetes insulin dependiente.
Embarazo.
Enfermedad autoinmune.
Enfermedad cardiaca y vascular.
Enfermedad de Creutzfeld-Jakob.
Antecedentes de epilepsia.
Fiebre reumática.
Cuadro febril superior a 38 °C
Hipertensión.
Ictericia y hepatitis: los donantes serán informados de las actividades de riesgo que pueden estar asociadas a la transmisión de la hepatitis, de tal manera que se puedan autoexcluir.
Enfermedades infecciosas: desde un resfriado común, que deberá respetar una semana de cuarentena, hasta dos semanas de exclusión por infecciones como:
Brucelosis: exclusión mínima de dos años.
Leishmaniosis: definitiva
Toxoplasmosis: exclusión de dos años tras recuperación.
Tuberculosis: dos años de exclusión tras recuperación.
c) Inmunizaciones: se tendrán en cuenta para criterios de exclusión la administración reciente de vacunas así como la de sueros de origen animal. Las vacunas serán:
Vacunas de bacterias y virus atenuados: cuarentena de 4 semanas.
Vacunas a base de bacterias muertas: Excluidos durante 48 horas.
Vacunas de virus inactivos: excluidos 48 horas.
Vacunas de hepatitis A y B: 48 horas de exclusión.
Vacunas de la rabia: 48 horas de exclusión tras un año de exposición.
Toxoides de difteria y tétanos: 48 horas de exclusión.
Otros sueros de origen animal: 3 meses de exclusión.
d) Infección por virus VIH: todos los donantes durante el interrogatorio, deberán ser cuestionados sobre prácticas de riesgo de contraer dicha enfermedad. Caso de sospecha serán informados y aquellos que resulten positivo tras someterse a pruebas diagnósticas, deberán ser informados de que no deben realizar más donaciones.
e) Existencia de alguna enfermedad maligna, o antecedentes de la misma.
f) Toma de alguna medicación, subyacente de excluir al donante, toda descalificación a criterio médico.
g) Pérdida de peso corporal no justificado.
h) Enfermedad renal: glomerulonefritis aguda, pielonefritis y nefritis crónica.
i) Enfermedades tropicales: malaria, enfermedad de Chagas.
j) Antecedentes de transfusiones previas de sangre o de algunos de sus componentes: excluidos durante un año.
Todos estos criterios de inclusión así como de exclusión serán controlados en un primer contacto con el potencial donante, durante una primera fase de recepción del individuo.
Recepción del donante
Este primer contacto del donante, o posible donante, con un servicio de donación será por parte del personal administrativo, que recogerá los datos de identidad del donante así como proporcionará documentos informativos sobre la donación. Información por escrito y en lenguaje comprensible, acerca de las condiciones y actividades que excluyen de la donación y sobre la importancia de no hacer la misma en caso de coincidir alguna de ellas.
Cada banco de sangre deberá poseer un protocolo detallado de los criterios de inclusión y exclusión, respetando las recomendaciones establecidas por las autoridades sanitarias.
Debemos diferenciar entre donantes por primera vez y donantes antiguos, ambos serán sometidos a igual interrogatorio como exploración física.
Los donantes antiguos formarán parte de una base de datos, en la cual se podrán identificar sus datos de identidad así como números de donaciones y si hubieran existido complicaciones o exclusiones en alguna de las donaciones.
Los primodonantes formarán parte de este banco de datos en al momento que se recogen sus datos de identidad.
Los datos de identificación comprenderán:
Nombre y apellidos.
Fecha de nacimiento y dirección.
Fecha de donaciones (caso de donantes antiguos).
Este primer identificativo y/o de registro dará paso al interrogatorio y examen físico a cargo de personal facultativo.
El interrogatorio irá orientado especialmente a descartar la existencia de afecciones que contraindiquen la donación.
El examen físico comprenderá la apreciación del estado general, así como el control del peso, tensión arterial, medida del pulso y el control de la hemoglobina.
Una vez finalizado el reconocimiento el donante deberá firmar un documento en el que dé
constancia de que ha comprendido los motivos que excluyen de donar y de que estos no le afectan, así como la conformidad para efectuar la donación.
Técnica de sangría de donantes
La extracción de sangre es competencia del personal de Enfermería, ATS/DUE y del Auxiliar de Enfermería.
Al no ser un enfermo, el donante debe ser atendido en una dependencia que no dé la sensación de Hospital. El ambiente será tranquilo y confortable.
La técnica de venopunción será la misma que en cualquier otro tipo de extracción sanguínea, con la particularidad de emplear recipientes especiales -bolsas- y utilizar catéteres de grueso calibre, así como lo mencionado anteriormente, es decir, trabajar con personas no enfermas.
El personal de Enfermería será responsable de la reposición del material, así como del control del material y la maquinaria.
Una vez controlada la tensión arterial y el pulso, se procederá al control de la hemoglobina. Estas técnicas formaran parte de la fase antes descritas de examen físico, para descartar posibles exclusiones.
La determinación de la hemoglobina se hará en sangre capilar con la ayuda de un reflectómetro.
El paso del donante a la dependencia para la extracción será posterior al interrogatorio por parte del facultativo.
El personal de Enfermería estará bien informado sobre los criterios de exclusión, así como dispondrá de un listado de medicamentos para posible exclusión, ya que Enfermería deberá continuar con el interrogatorio.
La técnica de extracción de sangre se puede dividir en varias fases.
Previa a la venopunción
Colocación del donante: la donación se llevará a cabo en unos sillones dotados para la misma con la particularidad de poderse colocar rápidamente en posición de trendelemburg.
Explicar al donante la postura correcta.
Explicar la colocación del brazo: extendido y relajado sobre un reposa brazos dispuesto al efecto.
Informar al donante de las posibles complicaciones de la técnica de venopunción.
Preparación de las bolsas de plástico recolectoras de sangre. Dichas bolsas irán perfectamente identificadas con los datos de identidad del donante así como con un código de barras que coincidirá con el adherido en la hoja de recepción. Está actividad será delegada al auxiliar de Enfermería. Las bolsas de plástico constarán de un sistema de cuatro bolsas unidas entre sí, pero que se conectarán cuando sea necesario. Es decir, para la extracción se utilizará exclusivamente la primera, utilizándose las siguientes por el servicio de Hematología para llevar a cabo la separación de los distintos componentes de la sangre. Este sistema de bolsas llevará al principio el catéter para la punción. Dicho catéter será de un calibre grueso, 16 G, que permita una extracción a buen ritmo. Una unidad de sangre total contiene 450 ml de sangre (cantidad extraída al donante, pudiendo variar según criterio médico) más 63 ml de solución anticoagulante-conservadora. La solución anticoagulante usual contiene citrato, fosfato y adenina (CPD-A). El citrato fija el ion calcio del plasma, evitando así el proceso de coagulación. El fosfato proporciona el sustrato para mantener los hematíes. La dextrosa y la adenina son el sustrato para los procesos metabólicos de los componentes celulares.
Control y buen funcionamiento de la balanza: dicha balanza tendrá como función el control del volumen extraído, así como el movimiento constante durante la extracción con efecto de mezcla de la solución anticoagulante que contiene la bolsa.
Venopunción
Una vez colocado al donante e informado de la técnica a realizar, con lo cual disminuiremos su ansiedad, procederemos a localizar una vena de calibre grueso. Para extraer la sangre debemos:
Tomar las medidas universales de protección, es decir, utilizaremos guantes desechables; explicaremos al donante que son medidas exclusivas de protección, tanto para él como para nosotros. Hay que destacar la importancia de la aclaración por nuestra parte hacia el donante, de que todo material empleado será de un solo uso y ha pasado los debidos controles para asegurar la imposible transmisión de enfermedades, así como las óptimas condiciones del producto obtenido para el receptor.
Localizar la zona de venopunción, comprobando que esté libre de lesiones así como de cicatrices que dificulten la punción y el buen flujo de la vena. En caso de que exista gran dificultad para la venopunción no se procederá a la misma y se informará al médico.
Colocaremos un compresor, palpando la vena y sus posibles movimientos. Este compresor ayudará a la vena a mantenerse llena durante la extracción.
Limpiaremos la zona con el antiséptico que se use habitualmente en la unidad de trabajo: preferiblemente solución de alcohol yodado.
Procederemos a la venopunción, mediana cefálica o mediana basílica en la región del codo. Debemos tener en cuenta que trabajamos con personas supuestamente sanas, lo cual nos permitirá trabajar con venas de grueso calibre y pocos problemas para su localización. – Colocaremos las bolsas recolectoras, siempre a un nivel inferior al donante, sobre las balanzas, procediendo a la puesta en marcha de la misma, lo que provocará la mezcla de la sangre con la solución anticoagulante. Dicha máquina estará programada para que avise al llegar al final del proceso, a los 450 ml o inferior según criterio médico.
Sangría propiamente dicha
Durante todo el proceso de sangría controlaremos el buen flujo de la sangre hacia la bolsa, así como el buen funcionamiento de la balanza.
Observaremos al donante, controlando posibles complicaciones que se puedan presentar. Debemos vigilar:
Comportamiento anómalo durante la extracción, controlando posibles crisis de ansiedad.
Control hemodinámico: cuadros sincopales o incluso reacciones adversas severas como convulsiones, y cuadros de tetania provocados por una hiperoxigenación.
En ambos casos procederemos a la interrupción de la donación.
La sangría no debe sobrepasar los 10 minutos, evitando así problemas en las propiedades de la sangre y complicaciones al tratarse de mayor tiempo de extracción.
Fase final
En esta fase, ya terminada la sangría, se procederá a la toma de muestras para control analítico del donante, esto se hará en todas las donaciones, incluso siendo donante antiguo.
Se pinzará el macarrón de la bolsa con dos pinzas Kocher.
Se cortarán con unas tijeras entre las dos pinzas.
Se extraerán muestras para el control analítico.
Una para determinación de la concentración de la hemoglobina y del hematocrito.
Una para determinación de grupo sanguíneo.
Una tercera muestra para detección de agentes infecciosos:
VIH.
Serología de Sífilis.
Detección de Antígeno de superficie de hepatitis B.
Detección de anticuerpos de hepatitis C.
Se procederá a la extracción del catéter, previamente retirado el compresor, manteniendo una compresión, ayudado por el donante, con una gasa estéril, sobre el lugar de punción.
Se sellará la bolsa con la ayuda de unas grapas especiales o utilizando un aparato de electrosellado.
Se comprobará la correcta identificación de las bolsas y de las muestras obtenidas.
Se conservarán las unidades de sangre recién extraída en condiciones correcta de temperatura. Si no van a ser fraccionadas serán colocadas entre 1 y 6 °C, procediendo a su fraccionamiento antes de ocho horas. Preparados de plaquetas ya fraccionadas
Cuidados pre y postdonación
Cuidados predonación
Debemos destacar la importante labor del personal de Enfermería en el proceso de información al donante, que disminuirá en gran medida los temores a la extracción.
Importante y a destacar también es la correcta identificación y control de las muestras, tanto de las bolsas como de las analíticas.
Cuidados postdonación
Los cuidados en esta fase irán encaminados al control del donante tras la extracción. Controlaremos:
Estado hemodinámico: observando posibles síntomas vagales.
Prohibir que se levante bruscamente.
Explicar el proceso de levantarse. Procederá a levantarse progresivamente, primero sentándose sobre el sillón, colocando las piernas fuera del mismo.
Si no ha sufrido ningún mareo, y pasados unos minutos, se levantará sin brusquedad del sillón.
Pasará a una habitación contigua donde sentado esperará quince minutos, bajo vigilancia de personal cualificado antes de poder marcharse.
Se le ofrecerá agua o un refrigerio, con lo que recuperará parte del volumen donado.
Si en este tiempo sufre un cuadro vagal, rápidamente se le colocará en posición de trendelemburg. En caso necesario la unidad dispondrá del material necesario para infundir volumen intravenoso. También dispondrá de la medicación necesaria para la recuperación del donante. Una vez pasada la complicación se procederá de la misma manera para levantarse.
A su salida se informará al donante de que no deberá realizar ejercicios bruscos con el brazo de la extracción, así como mantener la compresión durante al menos veinte minutos.
La frecuencia de las donaciones será de seis anuales para los hombres y de cuatro para las mujeres, con un intervalo mínimo de dos meses entre una y otra, salvo casos justificados.
Conservación de la sangre
La sangre se recoge y conserva directamente en bolsas de plástico estériles acondicionadas para este fin. Estas bolsas pueden tener un solo compartimento o varios, dependiendo de si la sangre extraída va a ser dividida o no, pero todas van a constar de un tubo que va a quedar lleno de sangre y del cual vamos a sacar las muestras necesarias para las pruebas obligatorias en toda sangre donada.
Estas bolsas van a ser etiquetadas y conservadas a bajas temperaturas para prevenir el crecimiento bacteriano. Para evitar que las bajas temperaturas dañen determinados elementos de la sangre empleamos diferentes conservantes:
ACD
El ácido citrato de dextrosa nos permite conjugar una fuente de energía, la ATP proporcionada por la dextrosa, y una quelación del plasma, producida por el citrato. Con este conservante podemos guardar la sangre a 1-6 °C durante 20 días.
CPD
Citrato fosfato dextrosa: con este conservante se mejora la viabilidad de los hematíes, la sangre puede permanecer almacenada a 1-6 °C durante 20 días.
CPD-Adenina
El hecho de añadir adenina a este conservante consigue un tiempo de almacenaje de 35 días a la misma temperatura, ya que los hematíes la utilizan para lograr ATP.
Heparina
Si vamos a usar la sangre en un tiempo inferior a 24 h podemos utilizar heparina para su conservación, pero debemos tener en cuenta que no es un conservante, sólo es un anticoagulante.
Preparación del receptor
Cuando una persona necesita una transfusión sanguínea se ha de mandar una muestra de su sangre al laboratorio, para que allí puedan determinar su grupo sanguíneo y cuál de las bolsas de sangre guardadas es compatible con la suya, así prevenimos las reacciones postransfusionales.
Investigación de anticuerpos irregulares
Denominamos anticuerpos irregulares a aquellos que se encuentran con poca frecuencia en el plasma. Normalmente son anticuerpos calientes, que actúan solamente a temperatura corporal y deben ser detectados en el laboratorio a 37 °C.
Para detectar estos anticuerpos se realiza la prueba indirecta de la antiglobulina: ponemos en contacto el suero del receptor con hematíes reactivos que expresan los anticuerpos más habituales de los grupos sanguíneos. A ser posible estos hematíes serán homocigóticos, evitando así que sean poco reactivos y nos den falsos negativos.
Si aglutinan la prueba será positiva, si no lo hacen será negativa; debemos añadir controles positivos y negativos para evitar errores en los resultados.
Si la prueba es positiva sólo podremos transfundir sangre que no contenga los antígenos que han aglutinado en la prueba.
El hecho de que la prueba sea negativa no significa que no existan anticuerpos irregulares, ya que sólo podemos detectar los más frecuentes, un 95% del total.
Prueba cruzada mayor
Se llevará a cabo una vez que tengamos seleccionada una bolsa compatible con el grupo sanguíneo del receptor para determinar si son compatibles el resto de los antígenos de la sangre donada con los anticuerpos del receptor.
La prueba cruzada mayor es un test indirecto de la antiglobulina y puede realizarse del siguiente modo:
1. Se toma una muestra de la sangre donada que queramos analizar y se prepara una suspensión de hematíes al 2-5%, que se lavan para eliminar las poteínas plasmáticas y el anticoagulante.
2. En un tubo de hemólisis añadimos 2 gotas de la suspensión de los hematíes del donante y 2 del suero del receptor. Antes de pasar a la siguiente fase se puede centrifugar la mezcla y leer.
3. Mezclar bien e incubar a 37 °C durante 30-60 minutos; si existen anticuerpos que reaccionen contra algunos de los antígenos presentes en los hematíes del donante éstos se fijarán, quedando sensibilizados. Podemos acortar esta fase añadiendo a la mezcla 2 gotas de albúmina al 22-30%. Y, como en la fase anterior, podemos centrifugar la mezcla y leer.
4. Lavar la mezcla con solución salina 3 o 4 veces. Como siempre que se lavan los hematíes, al final del último centrifugado se decanta todo lo posible el sobrenadante para obtener un botón seco de hematíes. De este modo sólo quedan en el tubo del análisis los hematíes, recubiertos o no por los anticuerpos, y se eliminan los anticuerpos que aún permanezcan libres.
5. Añadir dos gotas del reactivo (antiglobulina humana). Si los lavados anteriores no fueron efectivos y han quedado IgG libres la antiglobulina humana puede consumirse uniéndose a ellas, y no a las IgG unidas a los hematíes, dando un resultado negativo falso.
6. Mezclar bien para suspender los hematíes y centrifugar a 3.400 rpm durante 20-30 segundos o 1.000 rpm durante 1 minuto.
7. Golpear suavemente el fondo del tubo para desalojar el sedimento celular y agitarlo suavemente para resuspender los hematíes. Examinar microscópicamente la presencia o ausencia de aglutinación.
La lectura permite dos posibilidades:
Reacción negativa: la suspensión de hematíes es homogénea, ya que éstos no han sido aglutinados por la antiglobulina humana. Lo interpretamos como que el suero del receptor no presenta anticuerpos contra los antígenos del donante y las muestras son compatibles.
Reacción positiva: la antiglobulina humana ha aglutinado los hematíes del donante. Lo interpretamos como que el suero del receptor presenta anticuerpos contra determinados antígenos eritrocitarios del donante y las muestras son incompatibles. No podemos transfundir esta sangre donada a este receptor.
Prueba cruzada mayor
Como es natural debemos comprobar que cuando la prueba dé negativa el resultado sea verdadero, para lo que añadimos al tubo en el que no ha habido aglutinación hematíes sensibilizados con IgG, y centrifugamos la mezcla. La antiglobulina humana debe reaccionar con los hematíes sensibilizados y aglutinarlos.
Si son verdaderos negativos la nueva mezcla aglutinará, si no lo hace es que la prueba no ha sido bien realizada, la antiglobulina humana no estaría activa, se olvidaría de añadirla…, luego hay que repetirla desde el principio.
Procedimiento para descartar que la falta de aglutinación en la prueba cruzada se debe a un resultado falso negativo
Esta prueba se realiza a 37 ac, ya que aunque existen anticuerpos fríos naturales éstos carecen de interés y no ocasionan problemas clínicos importantes. Así evitamos que estas crioaglutininas interfieran en las pruebas de compatibilidad pretransfusional.
Aun cuando la prueba de compatibilidad indique que no existen incompatibilidades detectables entre el donante y el receptor, la sangre transfundida puede contener hematíes que posea algún antígeno ausente en el receptor. Si el antígeno en cuestión posee un elevado poder inmunógeno inducirá la síntesis de anticuerpos que pueden ocasionar problemas hemolíticos de diversa importancia.
Prueba cruzada inmediata por centrifugación o prueba cruzada abreviada
Consiste en centrifugar a temperatura ambiente los hematíes del donante y el suero del receptor para detectar la incompatibilidad del sistema ABO. Si no se observa hemólisis ni aglutinación son compatibles.
Existen algunos autores que piensan que es una alternativa aceptable a la prueba cruzada mayor, ya que ésta apenas detecta anticuerpos irregulares no identificados ya al efectuar el estudio correspondiente. Otros opinan que es una forma de ganar tiempo cuando necesitamos una prueba de compatibilidad urgente porque la vida del paciente corre peligro, aunque no es un sustituto real de la prueba cruzada mayor.
Para poder llevar a cabo este método abreviado es necesario que la detección de anticuerpos irregulares haya sido negativa y que carezca de antecedentes de poseer anticuerpos irregulares.
La prueba cruzada abreviada puede hacerse de este modo:
1. Se prepara una suspensión de hematíes del donante al 2- 5%, lavados.
2. En un tubo se añaden 2 gotas del suero del receptor y dos de la suspensión de hematíes y se mezclan bien.
3. Se centrifuga la mezcla y observamos si hay o no aglutinación o hemólisis.
En la página anterior se muestra una tabla con la interpretación de las pruebas de compatibilidad.
Pruebas de compatibilidad en Urgencias
Existen situaciones en las que hay que transfundir sangre sin conocer un dato tan importante como es el grupo sanguíneo, ya que la vida del paciente corre extremo peligro; en estos casos transfundiremos sangre del grupo O Rh-.
Si tenemos tiempo para tipificar el grupo administraremos sangre del mismo grupo que el del receptor.
En cualquier caso se realizarán las pruebas de compatibilidad lo antes posible y actuaremos según los resultados.
Procedimiento de administración de hemoderivados
Material
Unidad de sangre o derivado hemoterápico.
Sistema de infusión especial con filtro.
Material necesario para canalizar una vía venosa.
Procedimiento
1. Informar al paciente sobre el procedimiento que se le va a realizar.
2. Realizar la identificación de la bolsa y del paciente, con nombre, apellidos, número de habitación, número de cama, grupo sanguíneo, Rh del paciente.
3. La primera bolsa la remite en persona la enfermera del Banco de Sangre haciendo la comprobación del grupo sanguíneo «in situ».
4. Se comenzará la transfusión, vigilando durante y después de la administración por si surgiera algún tipo de reacción.
5. En caso de que hubiera más bolsas, la enfermera hará las comprobaciones necesarias antes de conectar cada una de las bolsas posteriores.
6. Al finalizar la transfusión se tirará la bolsa, salvo que se tengan que devolver al laboratorio o que haya habido algún tipo de reacción adversa.
8. Registrar en la gráfica la administración de la transfusión y conservar en la historia clínica el resguardo de la petición donde constará la hora de comienzo y finalización de la misma así como el nombre de la enfermera que la ha administrado.
Precauciones y actuación ante efectos adversos de la transfusión
La primera medida a tener en cuenta antes de realizar una transfusión sanguínea es comprobar correctamente la etiqueta de la bolsa y el informe de compatibilidad para comprobar si el contenido pertenece al paciente que queremos transfundir.
El paso siguiente es canalizar una vía venosa periférica, cuyo calibre debe ser en torno al 18; a veces se puede requerir abocath de mayor tamaño.
Una vez comenzada la transfusión no se puede administrar conjuntamente con la sangre ningún tipo de producto, permitiéndose únicamente el suero fisiológico al 0,9%. Existen muchos productos que pueden alterar la sangre, entre los más habituales están el suero glucosado que produce aglutinación y disminución de la supervivencia de los hematíes y el ringer lactato que causa aglutinación. Gran cantidad de fármacos producen efectos perjudiciales para el contenido de la sangre.
La transfusión de una bolsa de sangre no debe superar las 2 horas ya que aumentaría el riesgo de crecimiento bacteriano. Especial atención se debe tener en los primeros 15 minutos de transfusión ya que en ese tiempo es donde se producen las complicaciones más graves.
Si aparece alguna reacción perjudicial en el momento de la transfusión ésta debe suspenderse inmediatamente. En ese mismo momento avisaremos al médico y al banco de sangre para que comience una investigación.
Reacciones transfusionales inmediatas
Reacciones hemolíticas inmediatas
Si existe una mala identificación del paciente podemos cometer errores tan graves como equivocar el grupo sanguíneo del mismo; si esto ocurre aparecerá una reacción aguda, ya que los anticuerpos del plasma del receptor aglutinarán los hematíes del donante.
Si, pese a todas estas medidas, se lleva a cabo la transfusión errónea el paciente comenzará a quejarse de dolor en el punto de punción, fiebre, opresión torácica y molestias en la zona lumbar, podemos observar disminución de la tensión arterial y tendencia a la hemorragia.
Debemos tomar y anotar todas las constantes del paciente antes y después de cada bolsa transfundida.
Si sospechamos una reacción hemolítica aguda debemos parar inmediatamente la transfusión y volver a realizar las pruebas cruzadas. Mientras le administraremos al paciente líquidos para la hipotensión y para asegurarnos una buena función renal.
La reacción antígeno-anticuerpo tiene como resultado la lisis de los hematíes transfundidos; la hemoglobina liberada en esta lisis se va a fijar a las proteínas circulantes, sobre todo a la albúmina. Cuando estas proteínas se saturan la hemoglobina será aclarada por el riñón, pasando a la orina y dando lugar a una hemoglobinuria.
Esta reacción antígeno-anticuerpo también va a tener como resultado la activación de la cascada del complemento, liberando al medio vasodilatadores, trombina y activando las plaquetas, lo que ocasionará una hipotensión y CID (coagulación intravascular diseminada).
La disminución de la circulación renal (debida a la hipotensión presente), y el depósito de fibrina y de complejos antígeno-anticuerpo pueden ocasionar daños renales, incluso insuficiencia renal; si esto ocurre someteremos al paciente a diálisis.
Es posible que tras una primera transfusión el individuo quede sensibilizado contra determinados antígenos y reaccione contra ellos en una segunda transfusión; debemos tener esto en cuenta si nos encontramos con pacientes que han sido transfundidos varias veces.
En otras ocasiones pueden aparecer los mismos síntomas que en reacciones de hemólisis. Aunque esta lisis de hematíes no se deba a reacciones autoinmunes, pueden producirse por otros factores como realizar la transfusión con catéteres demasiado finos, que provocarían la lisis de hematíes y podría dar lugar a ictericia, o puede aparecer fiebre por insertar sangre contaminada.
Reacciones febriles
Son debidas a reacciones entre los leucocitos del donante y los anticuerpos del receptor. Pueden aparecer al final de la transfusión, aunque en general aparecen entre 30 y 60 mino después de finalizada la misma.
Si la fiebre aparece al comienzo de la transfusión debemos pensar en una septicemia.
Estas reacciones se caracterizan por escalofríos y fiebre y podemos tratarlas con antipiréticos. Para intentar evitarlas transfundiremos sangre pobre en leucocitos.
En general la temperatura vuelve al nivel pre-transfusional en unas 4 horas.
Infiltrados pulmonares
La aparición de edemas pulmonares relacionados con transfusiones sanguíneas suele ocurrir por la existencia de hipervolemia. Si realizamos la transfusión en un espacio de tiempo demasiado corto el organismo no se puede adaptar a la nueva cantidad de sangre.
Existen ocasiones en las que podemos realizar transfusiones en espacios reducidos de tiempo, ya que el paciente se encuentra en estado de hipovolemia y necesitamos restituir el volumen normal, tal es el caso de hemorragias intensas o deshidratación.
Otra causa de estos infiltrados pul mona res puede ser una inmunización fuerte contra determinados antígenos leucocitarios presentes en la sangre donada; los complejos antígeno-anticuerpo se asentarán en los capilares pulmonares interrumpiendo la circulación.
En estos procesos los síntomas respiratorios suelen ir precedidos de reacciones febriles y no existe insuficiencia cardiaca.
Urticaria
Son reacciones debidas a anticuerpos, principalmente IgA, que reaccionan contra antígenos plaquetarios del donante. Aparece prurito y exantema, aunque si no van acompañados de otros síntomas no hace falta detener la transfusión.
Podemos intentar evitarlas tratando al receptor con antihistamínicos.
Anafilaxia
Es una reacción grave con hipotensión y broncoespasmo, que, de no ser tratada, puede ocasionar la muerte del paciente. Si aparece debemos parar inmediatamente la transfusión y tratar al paciente.
Suele deberse a la presencia de anticuerpos anti-lgA en el receptor. Estos pacientes sólo deben ser transfundidos con productos sanguíneos que no presenten IgA.
Septicemia
La sangre donada se guarda a bajas temperaturas. Esto detiene el crecimiento bacteriano, pero existen bacterias que sí crecen a estas temperaturas y pueden desarrollarse, estando presentes en altas concentraciones a la hora de la transfusión.
Si transfundimos concentrados sanguíneos en los que existan agrupaciones elevadas de bacterias provocaremos una infección sanguínea o septicemia al paciente, poniendo en grave peligro su vida y debiendo ser tratado inmediatamente. Los síntomas clínicos son fiebre, hipotensión y escalofríos, y aparecen al poco tiempo de ser iniciada la transfusión.
Con los concentrados de plaquetas el riesgo se multiplica, ya que deben guardarse a 22 °C para mantener a las mismas activas y esta temperatura es muy favorable para multitud de bacterias.
Para intentar evitar el riesgo de septicemia realizaremos la extracción sanguínea y la transfusión de la forma más aséptica posible.
Si sospechamos la existencia de una septicemia debemos parar inmediatamente la transfusión.
Embolia gaseosa
Podemos definir la embolia gaseosa como la obstrucción de un vaso por una burbuja de aire. Es un cuadro grave y debemos evitarlo teniendo cuidado de no introducir aire en el sistema de la transfusión.
Reacciones retardadas
Son ocasionadas por las transfusiones sanguíneas pero no aparecen inmediatamente, tardan cierto tiempo en hacerlo, pueden ser varios días o incluso semanas, dependiendo del tiempo que tarde el individuo en reaccionar frente a los antígenos extraños que hemos introducido en su torrente sanguíneo.
Reacciones hemolíticas
Hay ocasiones en las que el individuo está sensibilizado contra alguno de los antígenos presente en la sangre donada, aunque su nivel de anticuerpos es demasiado bajo para ser detectado en las reacciones cruzadas. Si esto ocurre, al entrar en contacto estos antígenos con la sangre del receptor, se desencadena una reacción inmunológica aumentando su nivel de anticuerpos IgG. La reacción hemolítica aparecerá a las 2-3 semanas de la transfusión. En ocasiones excepcionales la reacción inmune se acelera y aparece a las 24 horas de la transfusión.
Normalmente estos pacientes no presentan síntomas, excepto una disminución de la hemoglobina. Las IgG se van a fijar a los hematíes, que van a ser retirados de la circulación por los fagocitos.
Si estos pacientes deben ser transfundidos de nuevo, estos anticuerpos sí aparecerán en las pruebas cruzadas.
Púrpura postransfusional
No se conoce con exactitud el mecanismo de esta reacción, aunque sí que se suele dar a los 7-10 días de la transfusión y que puede durar de 2 a 6 semanas.
Se debe a una trombocitopenia (niveles bajos de plaquetas en sangre) severa y se produce en pacientes que resultan negativos para un antígeno plaquetario llamado PIA,.
Esta reacción suele darse en mujeres.
Transmisión de enfermedades
Existen individuos sanos que poseen antígenos infecciosos en su sangre, pudiendo así transmitir enfermedades sin saberlo.
Este es el caso de enfermedades tan importantes como el SIDA o la Hepatitis.
Para intentar evitar este contagio analizaremos la sangre donada en busca de estos antígenos, si los encontramos nos pondremos en contacto con el donante y rechazaremos la sangre.
Hemorragias
Cuando guardamos concentrados sanguíneos lo hacemos a bajas temperaturas, por esta razón las plaquetas y determinados factores de la coagulación no son funcionales.
Si realizamos transfusiones sanguíneas en grandes cantidades a un paciente los factores de coagulación presentes en su sangre quedan diluidos y no son eficaces, lo que puede originar hemorragias de diversa índole.
Otras reacciones
Hipotermia: Como hemos repetido a lo largo del tema la sangre se conserva a bajas temperaturas, si no calentamos la sangre antes de la transfusión podemos originar una hipotermia en el paciente.
Hiperpotasemia: Durante el tiempo en el que la sangre está almacenada los niveles de potasio aumentan. Esto no tiene mayor importancia si los niveles del paciente son los adecuados.
Microagregados de leucocitos y plaquetas.