Capitulo 48 Insercion De Cateteres Arteria

Capitulo 48: Inserción de catéteres arteriales

18 de October del 2016

Autores:

  • Isabel María Llanos Ortega

    •  Correo[email protected]

    •  Titulación académica: Diplomada en Enfermería

    •  Centro de Trabajo: Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos y Neonatales. Hospital Torrecárdenas. Almería. España

 

Resumen:

   La canalización arterial con propósitos clínicos fue descrita por primera vez a principios de los años 50 y es en la actualidad una de las técnicas más comunes en las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos como intervención previa a la utilización de una gran variedad de procedimientos de monitorización y tratamiento de los pacientes ingresados en ellas.

   Este capítulo pretende proporcionar recomendaciones basadas en la experiencia sobre la técnica de canalización arterial. Ha sido desarrollado como un elemento de consulta para los profesionales que implantan catéteres arteriales así como para las personas responsables de vigilar y controlar las posibles complicaciones que de este procedimiento se pueden derivar.

   Los principales aspectos en los que se hace hincapié son 1) educación y formación del personal sanitario que realiza esta técnica, mantiene los catéteres y detecta la aparición de complicaciones; 2) utilizar las precauciones de barrera durante la inserción de los catéteres; 3) utilizar una preparación antiséptica que garantice la desinfección de la piel en la zona de colocación; 4) evitar la sustitución rutinaria de catéteres de cota duración como estrategia para prevenir infecciones.

   Palabras claves: canalización arterial, técnica de Seldinger, test de Allen, bacteriemia asociada a catéteres intravasculares, trombosis, hemorragia, vasoespasmo, monitorización, cuidados de enfermería.

Inserción de catéteres arteriales

INTRODUCCIÓN

   Los catéteres intravasculares son indispensables en la práctica médica moderna, sobre todo en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Además de que estos catéteres necesitan un acceso vascular, su utilización pone a los pacientes en una situación de riesgo de complicaciones infecciosas locales y sistémicas, trombosis, hemorragias, …

   La incidencia de “bacteriemias asociadas a los catéteres intravasculares (BRCI)”, varía considerablemente dependiendo del tipo de catéter, de la frecuencia de manipulación del mismo, y de factores relacionados con el paciente (edad, patología de base, gravedad de la enfermedad,…). Algunos catéteres arteriales centrales o periféricos, pueden requerir a su través un acceso varias veces al día, para la realización de mediciones hemodinámicas o para obtener muestras destinadas a ser analizadas en laboratorio, lo que incrementa las posibilidades de aparición de incidentes con el consiguiente perjuicio para el paciente y el aumento del coste sanitario.

    La prevención de las BRCI en los niños requiere consideraciones añadidas, aunque sólo determinados estudios hayan sido realizados específicamente en niños. Los datos pediátricos proceden básicamente de estudios en UCIs neonatales, pediátricas y en Oncología.  La mayoría de las BRCI en los niños están provocadas por estafilococos coagulasa negativos, representando el 37.7 % de las bacteriemias en las UCIs pediátricas declaradas por el NNISS (Nacional Nosocomial Infections Surveillance) entre 1993-1999, mientras que los enterococos y Cándida spp., representaron un 10 y un 9% respectivamente.

    En un estudio prospectivo sobre 340 “catéteres arteriales periféricos” en niños, se identificaron dos factores de riesgo de aparición de complicaciones: 1) el uso de un sistema arterial que permitía el reflujo de sangre en el sistema de monitorización de presión y 2) la duración de la cateterización. Obteniéndose una mayor correlación en la duración de la cateterización y este riesgo permaneció constante en el periodo de 2 a 20 días.

    Aunque la zona umbilical está muy colonizada tras el nacimiento, la cateterización umbilical se usa frecuentemente como acceso vascular en los recién nacidos. Los vasos umbilicales pueden ser cateterizados fácilmente y permiten tanto la toma de muestras de sangre, como la medición del estado hemodinámico.  Varios estudios estimaron que los catéteres colocados en posición alta (por encima del diafragma), dieron lugar a una menor incidencia de complicaciones vasculares que los situados en posición baja (por debajo del diafragma y por encima de la bifurcación aórtica), sin incremento de las secuelas adversas. Los factores de riesgo de infección en la cateterización umbilical arterial en relación a la venosa, son mayores según un estudio realizado en neonatos de muy bajo peso al nacer y que recibieron tratamiento antibiótico durante > 10 días.

Los indicadores de resultado para la reducción de complicaciones en la canalización arterial, deben ir encaminados a implantar programas formativos que incluyan componentes didácticos e interactivos para el personal sanitario que realiza habitualmente estos procedimientos.



DEFINICIÓN

La canalización arterial es una técnica indicada en aquellas situaciones en las que el paciente precise:

• Monitorización continua de la presión arterial sistémica, ya sea por situación de shock con hipotensión, crisis hipertensivas o para control de la presión de perfusión cerebral.

• Análisis seriado de gases en sangre para evaluar la situación respiratoria y /o ácido base.

• Otros: acceso a muestras frecuentes de sangre, procedimientos diagnósticos y terapéuticos como cateterismo cardíaco, hemofiltración, exanguínotransfusión, etc.

   Las contraindicaciones de esta práctica, son absolutas, en presencia de infecciones cutáneas o lesiones (quemadura, abrasión, etc.) en el lugar de inserción del catéter, o relativas, cuando se trate de zonas de la anatomía con riesgo elevado de insuficiencia circulatoria, trastornos hemorrágicos severos o tratamientos anticoagulantes con riesgo de conducir a la formación de grandes hematomas y hemorragias.

Material y equipo necesarios.

• Personal necesario: enfermera/o y auxiliar de enfermería.

• Material:

o Tabla protegida (férula) de 15-30 cm. de longitud.

o Rollo de gasa.

o Guantes y paño estériles.

o Jeringas de 2-5cc.

o Antiséptico cutáneo.

o Suero salino heparinizado (1 u/cc).

o Llave de tres pasos.

o Apósito transparente estéril.

o Sistema de infusión purgado con suero salino heparinizado.

o Monitor con módulo de presión.

o Lidocaína al 1% o EMLA (anestésico  cutáneo).

o Catéter de tamaño adecuado:

Lactantes y preescolares

 22 G

Escolares

20-22 G

Adolescentes y adultos.

 
 

Fundamentos Anátomo-Fisiológicos

    Para la selección de la arteria  a puncionar debemos considerar, que se trate de una arteria de adecuado calibre vascular para el tamaño del catéter elegido, que sea una arteria preferiblemente con circulación colateral, que debe estar en una zona accesible para su visualización y cuidados posteriores, y a ser posible que sea una zona con baja contaminación.

   Por todo ello, la arteria de elección es la radial. Sólo en niños muy pequeños o si se precisa alto flujo (hemofiltración) se utiliza la arteria femoral. En los recién nacidos se emplea la arteria umbilical. No se recomienda la arteria humeral por disponer de circulación colateral de suplencia escasa.



IMPLANTACIÓN DE UN CATETER ARTERIAL

• Pre-ejecución

o Informar al paciente/familia sobre el procedimiento a realizar.

o Proporcionar un ambiente adecuado, valorando la presencia o no de familiares.

o Situar al paciente de forma cómoda.

o Colocar el material de forma que sea fácilmente accesible.

o Lavado de manos de la persona que va a realizar la técnica.

o Revisar el material para realizar todos los pasos correctamente.

• Ejecución: Canalización percutánea de la arteria radial

o Se debe comprobar la circulación colateral mediante el test de Allen. Este test     consiste en comprimir las arterias radial y cubital simultáneamente, con la mano elevada, hasta que ésta quede pálida (exangüe) y liberar entonces la presión sobre la arteria cubital, comprobando si se colorean todos los dedos de la mano antes de 15 segundos, lo que indicaría que existe una adecuada circulación colateral.

o Colocar a continuación la muñeca sobre la tablilla, usando los rollos de gasa      para mantener una extensión con un ángulo de unos 30º. Se fija la mano dejando los dedos visibles.

o Volver a lavarse las manos y colocarse los guantes estériles.

o Desinfectar la piel con povidona yodada o clorhexidina al 2%.

o Palpar la arteria proximal a la cabeza del radio.

o Infiltrar el área con lidocaína a 1%.

o Proceder según la técnica:

 Desplazamiento del catéter sobre la aguja.

Con una aguja de 20 G se hace una pequeña incisión en la piel a ese nivel, a través de la incisión se introduce el catéter en un ángulo de 30º; cuando refluye sangre en la luz, sujetando la aguja, se avanza sobre ella el catéter y se retira la aguja comprobando la salida de sangre por el catéter.

 

 

 

 

 

 

• Técnica de Seldinger

o Se punciona con una aguja de 22G hasta obtener sangre pulsátil, se introduce la guía 2cm más que la longitud de la aguja, para después retirar la aguja. Abrir con punta de bisturí la piel sobre la guía. Introducir el catéter y retirar la guía.

o A continuación lavar el catéter para asegurar la permeabilidad, conectar a la alargadera previamente purgada y a la llave de tres pasos. Se debe mantener una perfusión constante de suero salino heparinizado a un ritmo de 1-3 cc/h.

o Fijar el catéter a la piel con puntos de sutura y tapar con apósito transparente semipermeable.

o Unir la llave de tres pasos al sistema transductor de flujo.

o Unir el cable del monitor a transductor, realizar el cero y calibrar el monitor.

o Abrir el sistema de lavado continuo y las llaves de tres pasos de forma que se conecten el flujo arterial con el transductor.

o Comprobar que la curva de presión de monitorización sea correcta.

• III. Post-ejecución

o Se debe vigilar de forma continuada la coloración de los dedos, temperatura y saturación transcutánea de O2.

o Si la onda de presión arterial en la pantalla del monitor cambia en algún momento se debe comprobar la estabilidad del paciente y obtener la presión arterial de forma manual además de verificar las llaves y las conexiones en el sistema por si hubiera burbujas o coágulos.

o Se debe comprobar la piel de alrededor de la inserción del catéter por si en algún momento está pálida, cianótica o indurada.

o Vigilar que esta zona esté siempre descubierta y en una zona bien visible.

o Dejar al paciente en una situación cómoda.

o Reflejar en los registros de enfermería la fecha de la implantación y el material utilizado.

Retirada de un catéter arterial

    Está indicada la retirada del catéter cuando se halla logrado la estabilización del paciente o cese de la causa que motivó la canalización, en casos de infección relacionada con el catéter o colonización por microorganismos, ante la formación de coágulos, y en presencia de signos de compromiso vascular en el área distal al catéter.

   Una vez retirado, aplicar en su sitio presión suave contínua durante 5-10 minutos. El apósito que se aplicará a continuación debe ser inspeccionado frecuentemente para comprobar que no haya hemorragias.

Complicaciones de la técnica

    La complicación más frecuentemente referida es la trombosis arterial. Los factores que aumentan el riesgo son: situaciones de bajo gasto cardíaco, falta de uso de heparina, ausencia de sistema de flujo continuo, duración de la cateterización prolongada (> 4-7dias), edad menor de 5 años Técnica y uso de catéteres inadecuados. Se debe desobstruir con Estreptokinasa y retirar el catéter.

   Otra complicación, más común en los más pequeños es el espasmo arterial. Para revertirlo puede usarse el calentamiento del miembro contralateral que causa una vasodilatación refleja (esto también puede emplearse en caso de trombosis para aumentar el flujo). También se puede emplear una infusión lenta de 0.1cc de lidocaína al 1% en 0.9 cc de suero salino. Si no se resuelve el espasmo, el catéter debe ser retirado.

   La infección es rara si se siguen las medidas adecuadas de asepsia. Si se produce, se deben obtener cultivos, retirar el catéter e iniciar antibioterapia de amplio espectro que cubra estafilococos.

   La hemorragia en el lugar de la punción o sobre todo si es por desconexión es una complicación muy grave, ya que puede ser fatal.

   Otras menos frecuentes son: embolias gaseosas (cerebrales), lesión de nervios periféricos, arteritis, aneurisma, fístula arteriovenosa.



CUIDADOS DE ENFERMERÍA

    El planteamiento de los cuidados enfermeros de un catéter arterial se realizará siguiendo las recomendaciones de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Comité Consultivo de Prácticas de Control de Infecciones (HICPAC). Estas Recomendaciones están orientadas a reducir las complicaciones infecciosas asociadas al uso de catéteres intravasculares. La ausencia de otras complicaciones, tales como la formación de trombos, hemorragia, etc., está relacionada con el adiestramiento del personal sanitario en el procedimiento de inserción y mantenimiento de los catéteres.

Recomendaciones Generales

1. Vigilar las zonas anatómicas de inserción de los catéteres, visualmente o al tacto a través del apósito intacto, durante las primeras horas después de esta y de forma regular posteriormente, dependiendo de la situación clínica de los pacientes. Si los pacientes presentan alguna sensibilidad en la zona de inserción, fiebre de origen desconocido, u otras manifestaciones que pudieran sugerir una infección local o bacteriemia, se deberá retirar el apósito para permitir el examen de la zona.

2. Animar al paciente/familia a comunicar al personal sanitario cualquier cambio notado en la zona de inserción del catéter o molestia.

3. Registrar en el lugar indicado para ello de la historia del paciente/gráfica la fecha de colocación y retirada del catéter, los cambios de apósitos, incidencias, etc., de forma estandarizada.

4. No solicitar por rutina cultivos microbiológicos de la punta del catéter.

5. Seguir el procedimiento de higiene de las manos, lavándolas de forma convencional con jabón antiséptico y agua, o con geles o espumas a base de alcohol sin agua. Garantizar el lavado de las manos antes y después de palpar las zonas de inserción de los catéteres, así como antes y después de insertar, reemplazar, acceder, reparar o colocar un apósito a un catéter intravascular. La palpación del sitio de inserción no puede hacerse después de la aplicación de antiséptico, a no ser que se mantenga la técnica aséptica. El uso de guantes, no quiere decir que se tenga que obviar el requisito de lavado de las manos.

6. Mantener la técnica aséptica, para la inserción y el cuidado de catéteres intravasculares.

7. Utilizar guantes, limpios o estériles, cuando se inserta un catéter. Se deberá utilizar guantes limpios en el caso de inserción de catéteres periféricos, siempre y cuando no se toque la zona de acceso después de la aplicación de antisépticos cutáneos. Se deberá utilizar guantes estériles, en la inserción de catéteres arteriales y centrales.

8. Utilizar guantes, limpios o estériles, para cambiar el apósito de los catéteres.

9. No utilizar rutinariamente procedimientos de arteriodisección o venodisección como método de inserción de catéteres.

10. Desinfectar la piel limpia con un antiséptico adecuado antes de insertar un catéter y para el cambio de apósitos. Aunque sea preferible una preparación a base de clorhexidina al 2%, se puede utilizar tintura de yodo, polivinilpirrolidona-yodada o alcohol al 70%.

11. No se puede hacer ninguna recomendación en cuanto al uso de clorhexidina en niños menores de 2 meses de edad.

12. Dejar que el antiséptico permanezca en la zona de punción y seque al aire, antes de la inserción. En el caso de la polivinilpirrolidona-yodada, dejar que esta permanezca al menos 2 minutos en la zona hasta que se seque.

13. No aplicar solventes orgánicos (acetona o éter) en la piel, antes de insertar los catéteres o para el cambio de apósitos.

14. Utilizar apósitos estériles de gasa o un apósito estéril transparente semipermeable, para cubrir la zona de inserción del catéter.

15. Si el paciente presenta exceso de sudoración, o si la zona de inserción presenta hemorragia o rezuma, es preferible usar un apósito de gasa.

16. Sustituir el apósito si este está mojado, se levanta con facilidad o está visiblemente sucio.

17. Cambiar el apósito al menos una vez a la semana, en los pacientes adultos y adolescentes, dependiendo de las circunstancias individuales de cada paciente.

18. No usar pomadas o cremas antibióticas tópicas en las zonas de inserción, por su potencial para facilitar las infecciones fúngicas y la resistencia antimicrobiana.

19. No sumergir el catéter en agua.

20. Seleccionar el catéter, técnica de inserción y zona de inserción con el menor riesgo de aparición de complicaciones, dependiendo de la duración previsible y del tipo de uso que se prevea para el catéter.

21. Retirar cualquier catéter que ya no sea indispensable.

22. No cambiar rutinariamente los catéteres intravasculares, únicamente para reducir la incidencia de infecciones.

23. Cuando no se pueda asegurar que se aplicó técnica aséptica (por ejemplo en una urgencia), proceder a cambiar todos estos catéteres lo antes posible y no después de las 48 horas.

24. Basar en un diagnóstico clínico, el determinar cuándo sustituir un catéter que podría ser el origen de una infección. No cambiar rutinariamente los catéteres en pacientes afectados por una bacteriemia o fungemia, si la fuente de infección posiblemente no sea el catéter.

25. Sustituir cualquier catéter si se observa supuración en la zona de inserción.

26. Cambiar los sistemas de infusión, elementos colaterales y dispositivos adicionales con una frecuencia no superior a las 72 horas, a no ser que exista otra causa para hacerlo antes.

Recomendaciones adicionales para los Catéteres Arteriales Periféricos y los dispositivos de Monitorización de Presión

1. Utilizar sistemas de monitorización con transductores desechables en vez de reutilizables, cuando sea posible.

2. Reemplazar los transductores desechables o reutilizables con intervalos de 96 horas. Cambiar los otros componentes del sistema (incluyendo el sistema de infusión, el dispositivo de flujo continuo, y la solución de flujo) al mismo tiempo que se reemplaza el transductor.

3. Mantener estériles todos los componentes del sistema de monitorización de presión (incluidos los dispositivos de calibración y la solución de flujo).

4. Minimizar el número de manipulaciones y entradas al sistema de monitorización de presión. Utilizar un sistema de flujo cerrado (flujo continuo) en vez de un sistema abierto que requiera jeringa y llave de tres vías, para mantener la permeabilidad del circuito de los catéteres.

5. Cuando se accede al sistema de monitorización de presión a través de una membrana en lugar de una llave de tres vías, impregnar la membrana con un antiséptico apropiado antes de acceder al sistema.

6. No administrar soluciones que contienen dextrosa o fluidos de nutrición parenteral a través del circuito de monitorización de presión.

Recomendaciones adicionales para los Catéteres Arteriales Umbilicales

1. Retirar y no volver a colocar otros catéteres umbilicales, ni arteriales ni venosos, si aparece cualquier signo de BRCI, insuficiencia vascular o trombosis.

2. Evitar la utilización de la tintura de yodo como antiséptico por su efecto potencial sobre el tiroides del neonato.

3. Añadir bajas dosis de heparina al flujo de perfusión inyectado a través de los catéteres arteriales umbilicales.

4. Retirar los catéteres lo antes posible cuando ya no se necesiten o inmediatamente en el caso de que se observe algún signo de insuficiencia vascular en las extremidades inferiores. En condiciones óptimas, estos catéteres no deben permanecer más de 5 días.

Recomendaciones para el cuidado intralumninal del catéter

 Los cuidados intraluminales de estos catéteres dependen del tamaño (o grosor), de la longitud y de su composición (no tiene el mismo flujo el PUR que la silicona). Estos factores serán determinantes a la hora de administrar los cuidados de heparinización.

1.      Catéteres arteriales periféricos (Medicut-Argyle):

EDAD

CALIBRE

Lactantes y preescolares

22G

Escolares

20-22 G

Adolescentes y adultos.

18-20 G

2.      Catéteres Swan-Ganz (Prim).

NUMERO

LONGITUD(cm.)

LUCES

EDAD

5f

80

4

R.N. –  Lactantes   

7F

110

4

Niños- Adultos

4F

80

2

R.N.

6F

60

2

Niños

3.      Catéteres umbilicales (Argyle).

EDAD

CALIBRE

R.N. – Lactantes

3.5- 5

Niños

5 – 8

 

Los catéteres deben ser heparinizados adecuadamente después de cada uso (extracción de muestras de sangre, mediciones de presión, etc.) y mantener una perfusión heparinizada contínua en dicha vía. En nuestro servicio la perfusión se prepara con concentraciones de heparina al 1%.

    En los casos en que el catéter se haya obstruido o aparezca falta de retroceso de sangre, puede se útil recurrir a la administración de un fibrinolítico con la técnica de presión negativa. Esta técnica consiste en crear una presión negativa en el catéter aspirando suavemente con una jeringa a través de una llave de tres vías, e inyectar a continuación la solución fibrinolítica por la otra vía disponible y habiendo cerrado la apertura a la anterior previamente. La sustancia fibrinolítica se deja actuar durante una hora y se comprueba la permeabilidad del catéter. La presión negativa que se debe crear con la aspiración depende de las características del catéter (tamaño y longitud) y de igual forma debemos considerar estos factores para preparar la solución fibrinolítica. De cualquier forma, siempre debemos remitirnos a las instrucciones del fabricante respecto a cada catéter.

    En ocasiones, la punta del catéter está situada contra la pared del vaso, y aparecen dificultades para el retroceso de la sangre. Ante este problema debemos cambiar la posición del paciente y aumentar la presión torácica haciendo que el enfermo tosa repetidamente, respire profundamente, o haga fuerza con el abdomen, (maniobra de Vasalva), para comprobar de nuevo la permeabilidad del catéter.



CONCLUSIONES

   Actualmente, los accesos venosos y arteriales, son indispensables para el tratamiento de determinadas enfermedades y en pacientes que precisan soportes nutricionales intravenosos y/o la administración de antibióticos con cierta periodicidad, así como en aquellos que requieren procedimientos de monitorización por su inestabilidad hemodinámica. La terapia intravenosa es considerada por muchos una revolución en el ámbito del tratamiento. Sin embargo, su uso, ya sea para fines terapéuticos, diagnósticos o profilácticos, puede provocar problemas de distinto calibre al paciente si no va acompañado de unos cuidados minuciosos. No existen dudas acerca de que sólo una buena gestión de los cuidados enfermeros pueden evitar esos problemas. Para los expertos, la excelencia profesional a este respecto se encuentra en la implantación de Equipos de Terapia Intravenosa (ETI) y la elaboración de protocolos y registros enfermeros. A pesar que la canalización arterial (tema de nuestro capítulo actual), es un procedimiento bien tolerado no está exento de riesgos debido a las dificultades inherentes a la técnica en pediatría y a las complicaciones que se pueden presentar en la práctica como hemos podido analizar. Estas complicaciones pueden ser mermadas poniendo una atención meticulosa a los detalles, siguiendo el protocolo de acceso establecido en cada unidad, asegurando la correcta posición del paciente y garantizando la permeabilidad y retorno de los catéteres.

   Existen distintos sistemas de catéteres o cánulas para mantener una vía venosa o arterial, bien periférica o central, dependiendo del calibre y localización de la misma. A pesar de que cada uno de los sistemas tiene su propia idiosincrasia y su propio dinamismo, los cuidados son comunes a todos ellos y, en todos los casos, dependen de los profesionales de Enfermería. De ahí que sean muchos los que apuntan que la terapia intravenosa y arterial es una técnica de Enfermería. Una técnica que, a pesar de sus bondades sanitarias (entre ellas tratar de evitar punciones repetidas y asegurar un acceso vascular seguro, tanto para el paciente como para el profesional) es, en numerosas ocasiones, una gran desconocida para los profesionales quienes pueden llegar a dudar de su manejo, tratamiento y cuidado por una falta de información y formación previa. Sin embargo, no hay tiempo para las dudas, vacilaciones o titubeos. El enfermo depende de los cuidados que los profesionales de Enfermería son capaces de ofrecer. Una vez implantados, los catéteres requieren unos cuidados integrales especiales y específicos minuciosos. Infecciones, flebitis, obstrucciones, extravasaciones o espasmos, son sólo algunos, aunque quizás los más frecuentes, problemas asociados a la utilización de estos accesos. Por este motivo, el objetivo prioritario de los cuidados enfermeros no es otro que evitar su contaminación. Los expertos coinciden en señalar que sólo una buena gestión de los cuidados enfermeros puede evitar que el acceso venoso o arterial, provoque problemas al paciente. Incluso hay quien, como el infectólogo Jesús Fortún, asegura que«cuidar con excelencia puede repercutir en los buenos resultados de duración y tratamiento aún cuando el catéter ya está contaminado».

 

BIBLIOGRAFÍA

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  6. Montejo I.C., García de Lorenzo A. y cols. Manual de medicina intensiva. Mosby/Doyma libros S.A. 1996.

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  8. http://www.arrakis.es/nsantgarc/.

  9. http://www.hgm.salud.gob.mx/enseñanza/temario/pdf/venoclisis.pdf

  10. http://www.librosmedicos.com/ficha.php?idbook=8479038438-12k.

  11. http://www.db.doyma.es/cgi-bin/wdbcgi.exe/doyma/mrevista.fulltext?pident=12402.

  12. http://www.hpc.org.ar/pdf/v6n2p21.pdf.

 

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