Uno de los cambios más importantes que se producen durante el embarazo es el que compromete al tracto urinario. Durante la primera parte de la gestación se desarrolla un hidrouréter fisiológico, que se mantiene hasta el término, causado por las propiedades relajantes del músculo liso que posee la progesterona y por la presión que el útero grávido ejerce sobre los uréteres. También disminuye el tono vesical y su volumen total puede doblarse sin provocar molestias o urgencia miccional.
Además de estos cambios fisiológicos, en el 4 – 8% de las mujeres, se encuentra en el embarazo una bacteriuria asintomática que si no es tratada, entre el 20 y 40% de los casos, desarrollarán pielonefritis aguda.
No es raro, por lo tanto, que una mujer embarazada presente signos y síntomas de cistitis y pielonefritis.
BACTERIURIA ASINTOMÁTICA
La orina de las embarazadas favorece el crecimiento bacteriano en un porcentaje mayor al de las mujeres no embarazadas. Por tanto, es importante investigar la presencia de bacteriuria en todas las mujeres grávidas y tratar a las que presenten cultivos urinarios positivos.
Si la orina es estéril al comienzo del embarazo, por lo general permanece así hasta el término. Sin embargo, un pequeño número de embarazadas (1 al 2%) en quienes los cultivos de orina iniciales son negativos, desarrollan después bacteriuria.
BACTERIURIA SINTOMATICA
La pielonefritis aguda se ha implicado en los retrasos del crecimiento intrauterino, prepaturidad, anomalías congénitas y muertes fetales. Por tanto, el tratamiento de la infección sintomática debe ser enérgico y llevarse a cabo en una institución hospitalaria.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico se fundamenta en el análisis de la orina y el urocultivo. Para ello es necesario obtener una muestra limpia de orina para examinarla al microscopio y realizar cultivo y antibiograma. Se requerirá tratamiento si el cultivo muestra más de 100.000 colonias por milímetro. Es aconsejable realizar pruebas de sensibilidad para identificar la capacidad de respuesta a los diversos agentes antiinfecciosos.
Si no se dispone de urocultivos, se emplea la prueba del nitrato o se examina un frotis teñido del sedimento centrifugado. Si no se encuentran bacterias o piocitos y la paciente está asintomática, lo probable es que no haya infección.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la infección urinaria no complicada consiste en un régimen de ampicilina (250 mg 4 veces al día). Se efectúan cambios por otros fármacos según los resultados de sensibilidad de los antibióticos, pero el tratamiento debe durar como mínimo dos semanas.
Los antibióticos con sulfamidas no deben utilizarse durante las últimas 8 semanas de la gestación, porque atraviesan la barrera placentaria y compiten con los receptores de unión de la bilirrubina, agravando así la hiperbilirrubinemia neonatal.
La pielonefritis requiere hospitalización, hidratación adecuada y tratamiento con antibióticos por vía intravenosa, como ampicilina o cefalotina (1 g cada 6 horas).
Si existe urgencia urinaria se administra peridina en dosis de 100 mg cada 6 horas. Es aconsejable acidificar la orina (Vitamina C) y se administran analgésicos según se requieran.
LECTURAS RECOMENDADAS
Gratacos E, Torres PJ. Screening and treatment of asymptomatic bacteriuria in pregnancy prevent pyelonephritis.
J Infect Dis 169:1392, 1994
Pérez Rivas LH. Infección de vías urinarias bajas. En: Manejo Integral de Urgencias. Editado por Malagón Londoño y colaboradores.
Editorial Médica Panamericana. Bogotá, 1992
Pfan A. Recurrent UTI in pregnancy. Infection.
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Wilson DM. Test to detect asymptomatic urinary tract infection.
JAMA 271:1399, 1994